Candidato

Es tu primera vez, lo sé, como sé que ensayas ante el espejo, puñado de cuartillas en mano, un discurso potente, trufado de frases bonitas, “larga noche de piedra”. En ese actuar denotas que te importan tus convecinos, que los respetas en lo que merecen y que se merecen eso, una imagen ensayada frente al espejo.
No busco desanimarte sino alentarte. Y es que entiendo sin comprender que cuantos más candidatos haya más plural será la corporación, más florida la algarabía, más prieta la confusión. En una palabra, más rica la democracia. Y eso sí que es cierto, la democracia se distingue por aunar voluntades y la nuestra en esta hora de gestión es esa, amontonar candidatos.
Pero como te he dicho no busco si no hacerte llegar una idea que entiendo innovadora, porque en estas lides de la voluntad popular no te enfrentas tanto a un discurso como a un discurrir, y es que tu alcalde se ha lanzado al ruedo de la creación y no hay día que no amanezca una obra municipal sobre la perpleja palma de tu pueblo. Luchar frente a esa evidencia es difícil. Donde tú pones palabra, él pone ladrillo, donde tú ideal, él idea obra nueva. No hay color, el pueblo cree más en el ladrillo que en la palabra y más en la obra que en la idea de obrar.
Coge pues una azada y cava un hoyo gigante en terreno comunal y planta allí tu cartel electoral. No expliques su utilidad, deja que imaginen y lo que es más importante, que conozcan cuál es tu voluntad.

Candidato

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