El día después

hace unos días se celebraron las elecciones al Parlamento de Galicia y su panorama, reduce a tres, las fuerzas políticas que tomarán las bancadas del hemiciclo de la capital gallega, después de una limpieza electoral, por parte de los votantes que, cansados de oír disparates, ha dejado de lado a sus ocurrentes y se centró en las fuerzas que en apariencia suponía un mejor control ciudadano sobre los partidos que saliesen de las urnas de cara a los próximos cuatro años.
De este modo los populares, logran una mayoría absoluta, que es la cuarta del mandato de Feijóo, e iguala al mítico presidente del partido y su fundador, don Manuel Fraga, en esta última ocasión, logra los 42 diputados. El ascenso del bloque es impecable, cuyas confluencias votaron en masa al partido del que un día se escindieron, para probar fortuna por su cuenta, aunque al final terminaron por regresar al punto de partida.
Mientras que los socialistas, cosechan un sonado fracaso electoral y quedar relegados a ser la tercera fuerza política en Galicia, por el repaso dado en las urnas. Lo que les tendría que hacer reflexionar y hacer una crítica interior para saber el motivo de esta debacle, al haberse quedado en igual número que hace cuatro años.
La crispación del socialismo en España, es una escisión que se puede dar dependiendo del rumbo que lleven sus dirigentes y la deriva que tomen en los asuntos de estado, teniendo que hacer un acto de fe político para saber el rumbo de navegación que llevan de deriva a ninguna parte y hallar la derrota a seguir en su travesía.
En Galicia no sentó nada bien el derrotero socialista en su gobernación a nivel, de Estado y supuso un claro castigo a su estrategia, sobre todo de un candidato que posiblemente no haya sido el más adecuado para el momento y carecer de empatía con el pueblo que le pudiese elegir, la campaña fue corta debido al problema sanitario que se padece, pero lejos de indicar cual era su propósito de gobierno y como sacaría adelante el posible programa, se dedicó a la descalificación personal y el electorado no desea la confrontación política, sino explicar en que consiste el desarrollo de su programa electoral, una vez se sitúe al frente de la Xunta. En política se pueden hacer cosas que estén bien, regular o mal. Se puede cometer errores que sean subsanables, cuando hay voluntad para ello, pero el votante no quiere descalificaciones por sistema, en democracia, el candidato no puede descalificar al rival y vanagloriarse asimismo. Eso le merma cualidades para ser elegido como candidato. La candidatura electa tiene que reunir cualidades que no parecen ser las que el socialismo apuntaba, de ahí el fracaso cosechado, el votante quiere seguridad en la política, creación de trabajo, atraer inversiones productivas, desarrollar la industria y sobre todo que los puestos que hay se mantengan y se hagan reformas para que el trabajo sea un bien preciado y no ocasional, solo habrá desarrollo, si los candidatos no van a su bola y con cuestiones políticas trasnochadas, el votante reflexiona y vota aquel candidato que más seguridad pueda aportar a su bienestar. 

El día después

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