Coruñesismo 2019

El saturador asunto catalán está centrando la atención de políticos y ciudadanos. Parece que no existe nada más. Ni tan siquiera el final de la crisis y del que ya se atisbaba la salida, merece nuestra atención. De ahí para abajo nada de nada. Sin embargo, en la vida real, esa que se vive por los barrios, las prioridades son otras. Uno no ha perdido la sana costumbre de pasearse por las calles coruñesas, de hablar con nuestros conciudadanos para palpar de primera mano el estado de ánimo de la ciudad.
Algunos me preguntan mi opinión sobre La Coruña y se interesan por mi posición de cara al futuro próximo. Los más curiosos quieren saber si los coruñesistas presentaremos de nuevo candidatura en las elecciones municipales y algunos nos animan a ello. He dicho muchas veces que el coruñesismo es un sentimiento y, por lo tanto, va más allá de resultados electorales puntuales. No somos los primeros coruñesistas ni seremos los últimos, este sentimiento transversal que supera fronteras ideológicas y es un elemento aglutinador, no desaparecerá nunca o, lo que es peor, el día que desaparezca la ciudad habrá perdido todo su valor e identidad y será, camino de ello vamos, una población más donde cohabitará gente de distintas procedencias que no compartirán una historia común ni un proyecto cohesionado de futuro.
Aquellos que buscan la destrucción moral de una ciudad con cuerpo y alma habrán ganado su pulso a aquellos que defendemos, desde la solidaridad con Galicia y el compromiso con España, una Coruña orgullosa de su historia y dispuesta a recuperarla para el futuro. Por ello reivindico un hueco para pensar y hablar de nuestra querida ciudad. Una urbe otrora reconocida en el mundo por su pujanza y cosmopolitismo y que hoy sufre las consecuencias de la mediocridad, el sectarismo y la carencia de proyecto de los actuales gobernantes de la Marea, esa marca blanca de Podemos que lo mismo apoya a los golpistas catalanes como da gobiernos socialistas o se retrata con terroristas como Otegi, al que identifica como hombre de paz.
Una marea negra que, si bien no ha solucionado nada para aquellos necesitados que decía defender, sí ha acomodado en poltronas y sueldos generosos a sus activistas más radicales que hoy se sienten más cómodos sobre las moquetas de sus despachos y sus nutridas cuentas corrientes que acampados rodeados de pancartas. La Coruña se paró y ha dejado de ser faro y guía de Galicia y fuente de emprendedores que creían en nuestra ciudad para poner en marcha sus proyectos profesionales que generaban empleos y riqueza. Esa Coruña pujante está ahí, olvidada y arrinconada, pero está ahí. Y urge recuperarla.
Me gustaría poder analizar proyectos o realizaciones del gobierno podemita, pero no es posible porque no hay ni obras ni proyectos, más allá de mil pancartas colgadas de la fachada de María Pita. Por todo ello los coruñesistas estaremos sin duda en 2019 participando activamente para poner fin a este mal sueño mareante. Sumando si nos dejan y siempre desde la indubitable transversalidad del sentimiento que compartimos, un inmenso amor por nuestra ciudad, por su historia y, sobre todo, por su futuro. Ahí estaremos ¡

Coruñesismo 2019

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