“CIRCO JUDICIAL”

El juez Elpidio José Silva, número uno de su promoción, por cierto, y una larga carrera judicial a sus espaldas, está siendo juzgado por un delito de prevaricación, dos contra la libertad individual y uno de retardo malicioso en la Administración de Justicia, con peticiones de 30 años de inhabilitación por parte de la Fiscalía, de 43 por la defensa de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, y de 24 por la del consejero de la misma y ex presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. Todo ello, en definitiva, por enviar al Sr. Blesa a prisión preventiva en dos ocasiones, durante su investigación como juez instructor del préstamo de 26,6 millones de euros que en su día aquel otorgó a Díaz Ferrán sin existir garantías suficientes para su cobro, y la posterior compra, en plena crisis financiera, del City National Bank de Florida, eludiendo el preceptivo control de la Consejería de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, provocando pérdidas de 500 millones de euros, según informe del Banco de España. El juicio comenzó planteando su abogado una serie de causas de nulidad del mismo, una de las cuales, rechazada como las demás, parece a todas luces de rigor en aras de la efectividad del derecho fundamental de todo ciudadano a un juicio justo: la recusación de una magistrada componente del Tribunal por haber sido Consejera de la Asamblea de Caja Madrid durante la presidencia del propio Sr. Blesa; además de ocupar el cargo político de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid. La propia magistrada lo reconoció, pero manifestando que esos hechos no guardaban relación directa con los juzgados, y que, por tanto, no le afectaba ninguna causa de abstención.
Ante la postura del Tribunal el abogado presentó su renuncia a la defensa, rechazada igualmente por el Presidente de la Sala que, además, le advirtió que tal decisión podría acarrearle sanciones económicas y disciplinarias e incluso consecuencias penales. Lo que llevó al letrado a decir que “permanecía en la sala por respeto al Tribunal, en contra de lo que le pedía el cuerpo, el cliente y la gente que estaba allí”. Momento en que alguien del público, como una multitud antes del juicio, profirió gritos de “Blesa estafador, Silva honrado”, que sólo cesaron cuando el Presidente ordenó su expulsión. Y el juicio continuó con la declaración del testigo de cargo, acusador particular, y “antiguo jefe” de la recusada, el Sr. Blesa. Acongoja comprobar cómo mientras la instrucción iniciada por el ahora acusado sigue anclada en un juzgado sin visos de un pronto juicio, el suyo ya se está celebrando bajo unos parámetros jurídicos muy censurables dentro del constitucional ejercicio del derecho de defensa y del principio de imparcialidad.

“CIRCO JUDICIAL”

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