Los días transcurren lentos, amontonados de fiestas, y leo una frase de Miguel Torga: “En las tardes como la de hoy, cansado de esperar no sé qué milagro,…”. El milagro es una cosa inesperada que sobreviene de pronto, irracional y te cambia la vida se supone que para bien, porque para mal no necesitamos un milagro. Solo lo solicitamos para salir de un camino enfangado por el cual nos cuesta andar. El milagro es lo contrario a la razón, es por eso, porque ésta no funciona, que lo retomamos, bien sea en forma de lotería o de cualquier otra forma milagreira que se nos quiera mandar. Bueno, de lo que no cabe duda es de que “desanimado frente al mapa del mundo…” veo en el Tajo o cualquier río la necesidad de partir. “¡Demonios qué mar de agua!”. Los milagros no tienen lógica, por eso contamos los sueños, pero el señor Ventura sabía hacer de todo.
El señor Ventura se aventuraba venturoso a tomar una decisión mientras navegaba hacia Macao, la decisión apareció como un milagro. “Lo que tal desasosiego quería decir era la libertad completa…”, “…en busca del misterio” preguntarlo todo. El señor Ventura navegaba por el mar de China con la palabra desertor en su cabeza a modo de contrapeso de las alas grandes que le habían salido en sus espaldas. La tarde era de martes y a pesar del señor Ventura no había milagros, solo contrabando, “la luz de la tarde, indecisa, daba a la lontananza el encanto de las cosas vistas a través de un gasa”. Cuando las balas silbaban, Ventura empezaba de nuevo, Pekín.
“Pero Pereira, en momentos así, hacía milagros. Y no sólo transformó el antro en el que vivían en un palacio confortable, sino que también extraía caldo de gallina no se sabía de qué olla mágica”. La noche sobrevino en ese día sobrante después de la sobredosis de fiestas y el milagro es estar vivo, escuchar el mar desatado, la belleza y el dolor de un mar furtivo. ¿Qué es una torga preguntó Ventura?, una horca que se les pone en el cuello a los presos y a los animales para impedir que entren en las fincas cercadas. Bueno y si no tiempo al tiempo, “no va estar el diablo siempre detrás de la puerta”: Se murió la tarde y los días entraron en otra música, en otro rumor, en otras ansías, y se desatorgaron los minutos y las horas. Eso esperamos para este año.