Pacto educativo

La educación ha navegado por aguas demasiado turbulentas. Han sido muchos años de muy mala navegación. Los patrones de la embarcación- ministros del ramo en los distintos gobiernos- han sentido la misma tentación de modificar el hecho educativo para buscar, decían, una adecuación más real al momento en que vivimos. Todos, sin excepción, fracasaron en el intento. Algunos dejaron bastante maltrecho nuestro sistema educativo a base de girones demasiado grandes en los cuerpos de los alumnos que cada nuevo curso que finalizaba no sabían a lo que se deberían enfrentar en el siguiente, quedando a merced de los vaivenes políticos del responsable de turno en el Ministerio, que debería velar por el saber de nuestros alumnos y no por los intereses demasiado personalistas de muchos de ellos.
Pertenezco a una generación –cosecha de finales de los 40– que tuvimos que superar todo tipo de pruebas educativas. Cuando llegué a cuarto de bachillerato se modifica aquella reválida que si no superabas no podías pasar al quinto curso. En sexto pasaba los mismo con otra reválida, y cuando la superábamos nos enfrentábamos a un Preuniversitario que una vez aprobado teníamos que revalidarlo en una prueba muy dura en la Universidad, que era parecido al actual selectivo, para tener acceso a una carrera universitaria. Y ya en la Universidad cuando cursé la licenciatura de Medicina algo parecido. El primer curso era selectivo y tenías que aprobarlo en su totalidad para pasar a segundo, y en tercero ocurría lo mismo ya que también era selectivo, y mientras no aprobabas todo no aparecían en el acta las asignaturas superadas de los cursos siguientes. Finalmente, en la Escuela de Periodismo ocurría algo parecido: tenías se superar un examen de ingreso en convocatoria única para poder iniciar la carrera.
Visto lo visto me gustaría que los padres reflexionaran. Estoy de acuerdo con el tema de los deberes o tareas para llevarse a casa, que en muchos casos son excesivos. Los de mi generación los trabajos educativos los hacíamos en el colegio. Y así debe ser ahora.
Creo que en todo el proceso educativo debe haber un término medio. Entre los que ahora hemos superado las seis décadas de vida y los que, a todos los niveles, están involucrados con las aulas de nuestros colegios. El pacto por la educación es una necesidad que venimos demandando desde hace muchos años. De todos modos debo señalar que por el camino del pseudoconsenso al que se pretende ir ahora seguimos errados y confundidos. El pacto es algo más que retirar pruebas evaluativas. Los políticos, que son los que hacen las leyes; los educadores, que son los que las aplican, y los padres que son los que deben ayudar en todo el proceso, tienen que ponerse de acuerdo. No podemos seguir navegando en aguas turbulentas en el campo educativo. Si seguimos en estos terrenos tan revueltos y con marejadas constantes, volveremos a naufragar. De seguir así alguna cabeza pensante pedirá que el aprobado sea algo generalizado en la educación…

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