Una robot que ya amenaza empleos

EL follón que se montó con la autorización del sindicato Otras, aquel de las trabajadoras sexuales –¿por qué en este caso solo Otras y no Otras y Otros?–, se va quedar en nada cuando se generalice la producción de robots como Samantha. Se trata de una humanoide diseñada para el sexo. La bionanotecnología está tan avanzada que hay que seducirla para mantener relaciones con ella e incluso tiene orgasmos si su acompañante no se apura. Pero si el hombre la toca de modo agresivo se desconecta y lo deja con las ganas. Casi, casi como en la vida real... si no fuese por las medidas (90-55-90).

Una robot que ya amenaza empleos

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