Comerciantes y vecinos de la zona que engloba las calles Estrecha de San Andrés y Marqués de Pontejos vienen esbozando quejas por la supresión injustificada de la parada del autobús en la calle de Panaderas. La única explicación que encuentran es salvaguardar el pavimento nuevo que podría deteriorarse con el tránsito del autobús. Se trata de una parada histórica que jamás había causado problemas y prestaba un servicio importantísimo. Cabe, pues, concluir que el error es el material elegido para la pavimentación y, por tanto, alguien tiene que asumir la responsabilidad del error.
La Estrecha de San Andrés se ha convertido en un deporte de riesgo para los transeúntes, ya que la circulación de vehículos, la carencia de aceras o la ausencia de bolardos o alguna protección para los viandantes los ponen en serio peligro. Se ha anulado también el paso de peatones y parece ser que el criterio de esta poco afortunada reforma se va a mantener para la pavimentación de Marqués de Pontejos. Curiosamente el PP fue muy crítico con las obras inexplicadas de la era del exalcalde Losada y mucho nos tememos que el actual gobierno municipal está emulando al exalcalde y realizando reformas en las calles, que quedan bien sobre el papel, pero que desprecian las necesidades de los vecinos.
En otro orden de cosas, ya conocen ustedes aquella frase del literato: “Escribir en España, es llorar”. Pues darse un paseo por las calles Real y San Andrés es pegar el moco de manera continua: Incesantes carteles en bajos comerciales incitan al llanto. Se trata de una desertización galopante de lo que antaño significó un filón comercial en ambas rúas. Se suceden los tristes carteles: Se vende, se alquila, se traspasa, liquidación por cierre, saldamos por cierre de negocio y así sucesivamente.
Muchos comercios han sido embargados por firmas bancarias, de forma que viene muy a cuento aquella letrilla: “Un banquero que conozco, se lava en una cazuela, y, después, echa garbanzos: ¡Jesús, qué salsa tan negra!”. Pues eso, paciencia y barajar.