Insomnio a la coruñesa

En A Coruña, y por aquello de querer sacar rédito político hasta el último momento, la campaña electoral se extendió cuatro días más. De otro modo, que no sea el interés partidista, no se entiende que el martes asistiésemos a un pleno con tintes de surrealismo, convocado exclusivamente para criticar a la única administración que hoy por hoy ha hecho un presupuesto en tiempo y forma: la Xunta.

Resultó bastante curioso ver a los rupturistas escenificando un sainete que habían calculado para celebrarse antes de las elecciones. Y más relevante aún fue ver al Partido Socialista haciendo oposición a la oposición. Mientras eso ocurría en la ciudad, en María Pita, la noticia saltaba desde Madrid. Pablo y Pedro estaban anunciando un pacto para gobernar. Lo que nos había costado seis meses de incertidumbre, millón y medio de votos a los perpetrantes y 200 millones de euros de todas y todos, se había arreglado a hurtadillas, por obra y gracia de birlibirloque, en una tarde-noche.

Ya superado todo lo que se pueda disertar sobre el insomnio de Pedro Sánchez, el nulo valor de su palabra y lo poco de fiar que resulta, sé que hay mucha gente a la que le cuesta entender lo ocurrido. Les invito a repasar la historia de A Coruña de los últimos cuatro años y medio. Tras un mandato fallido y estéril de la Marea, la actual alcaldesa se pasó la campaña renegando de un Gobierno local al que apoyó desde el minuto cero. Tan sorprendente y fulminante como la entente de Sánchez con Iglesias fue —hagamos memoria— la reverencia de Mar Barcón ante Xulio Ferreiro una noche de mayo de 2015.

Lo habíamos advertido: votar a Inés Rey era seguir hundidos en los mismos problemas, en las mismas carencias. Quien quiera saber cómo va a ser el matrimonio de conveniencia entre el Partido Socialista y el comunismo de Podemos no tiene más que echar un vistazo al síndrome de Estocolmo que ejerce Marea sobre el Gobierno socialista de Inés Rey. Eso que algún perspicaz propagandista ha bautizado como “pacto a la coruñesa” es el preludio de lo que nos espera a nivel nacional, ya veremos cómo, cuándo y con quién.

Porque lo peor está aún por anunciarse. El mango de la sartén lo tienen, ahora mismo y en exclusiva, el independentismo catalán y el filoterrorismo vasco. Pedro Sánchez ni se ha esforzado en disimular, al igual que Inés Rey ha hecho poco —nada— por mantener el falso discurso del diálogo y el entendimiento. Ante la necesidad de entregar la cuchara a Puigdemont y Torra a cambio del apoyo para la investidura, el aún presidente, todavía en funciones, no tendrá reparo en desempolvar, y con mayor descaro, su desprecio a nuestra ciudad y a los coruñeses. Despidámonos de la reforma de Alfonso Molina, de la llegada del AVE, del tren a Langosteira, del dragado de la Ría, de la ampliación de Alvedro y de una Intermodal en condiciones.

Este camino lo conocemos y sabemos cómo afrontarlo. Frente a los desprecios, trabajo. Frente a las ocurrencias, propuestas serias y consensuadas. Frente a los bandazos, firmeza en el modelo de ciudad, de país, y sentidiño. Pedro Sánchez ha emprendido su viaje a ninguna parte. Inés Rey lleva cinco meses recorridos. Preparémonos.

Insomnio a la coruñesa

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