PODEMOS, LA MARCA BLANCA DE IU

La irrupción de Podemos en las últimas elecciones Europeas está trastocando el sistema de partidos, y aún no es posible aventurar si han llegado para quedarse, o si lo suyo será algo efímero, lo que en política vienen siendo un mínimo de cuatro años.
Algunos, por error, han tratado de desacreditar a este nuevo fenómeno sociopolítico encumbrándolo a un protagonismo que resulta a otdas luces inmerecido, mientras otros han optado por ignorarlos como solución más pragmática. Tampoco esa parece que sea la solución más idónea. Lo cierto es que, de un modo u otro, Podemos merece total respeto.
El que le otorga ese millón de votos obtenido en las urnas, como castigo a los partidos políticos tradicionales, entre los que hay que contar no solo al Partido Popular y al PSOE, sino también a Izquierda Unida y al Bloque.
Con su discurso simplista, demagogo  y oportunista, diciéndole al ciudadano lo que quiere oír, sea cierto o no. Podemos irrumpe en el mapa político español en un momento de grave crisis, donde los populismos tienen cabida y encuentran su caldo de cultivo.
Mientras el partido del Gobierno sufre una crisis de movilización de su propio electorado, y mientras los partidos tradicionales de izquierdas sufren su mayor crisis de representación. Es decir, el PP ha tenido un problema para movilizar a sus votantes, mientras que la izquierda se ha encontrado con un problema aún mayor, la ciudadanía de izquierdas no se ha sentido representada por los partidos de siempre.
Es en este contexto en el que nace Podemos, como marca blanca de Izquierda Unida, pretendiendo ser un partido político pero renegando de los partidos políticos, con un discurso tan elemental como simplista e irrealizable.  
Podemos es una llamada de atención a los partidos políticos convencionales. Un grito al aire de parte de una ciudadanía hastiada tras seis años de dura crisis y que demanda soluciones a sus representantes. Podemos es un simple voto de castigo.
Es una formación política de laboratorio, diseñada en la Universidad, que ha aprovechado el momento para auparse desde el populismo más ramplón y peligroso. Y por eso, de la reacción de los partidos convencionales dependerá el futuro de esta formación y el futuro de nuestra democracia.
Oigamos a los ciudadanos y reaccionemos para evitar la extensión de populismos que amenazan la convivencia de nuestra consolidada democracia.

PODEMOS, LA MARCA BLANCA DE IU

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