Víctor Fernández aseguró en la rueda de prensa que siguió a la derrota frente al Málaga que nunca había visto un club que estuviera en un proceso de autodestrucción como el que se vive en el Deportivo. Durante el encuentro, desde las gradas, se silbó la lectura de un comunicado contra la violencia y se pidió la dimisión del presidente y del propio entrenador. Antes del partido, los Riazor Blues también cargaron contra Tino y Víctor Fernández y, por si no fuera suficiente, contra la plantilla y los medios de comunicación.
La muerte de un hincha blanquiazul está provocando una resaca en el club cuyas consecuencias son difíciles de prever. Es cierto que lo primero tiene que ser conseguir que sus asesinos acaben entre rejas. Nadie, hubiera quedado o no para participar en una pelea, tiene que acabar falleciendo. De igual modo, es preciso esclarecer los hechos y que responda el responsable de que la Policía tardara 45 minutos en aparecer para detener una batalla campal en la que participaban 300 individuos. Es también cierto que bajo la capa de Riazor Blues se resguardan muchos seguidores que no son violentos, es posible que ni tan siquiera sean ultras. Pero la realidad es que el sábado perdieron una oportunidad magnífica para mostrar su rechazo a la violencia. Una pena que no la aprovecharan.