Que el conocido informe de los expertos para la reforma fiscal, beneficia a las rentas altas no lo niega ni el ministro Montoro. Faltaría más, ya se encargó de buscar a nueve sabios sin piedad que hicieran el trabajo previo para luego ir puliendo barbaridades como el repago por vivienda propia, que al filtrarse rechazaron de inmediato. Pero todo lo demás y no es poco, está girando en el bombo y en su día saldrán las bolas con el reparto de premios con el que han sido afortunados los contribuyentes. Cuando el presidente de la comisión afirmó que “no hemos dejado títere con cabeza” sabía de lo que hablaba, pero deliberadamente no precisó que una gran mayoría quedará descabezada y otros, con la cabeza erguida, aplaudirán el espectáculo. 
Posiblemente pretendan obtener mayores ingresos y para ello tiran de lo fácil. La subida del IVA, que grava a todos por igual, y, en concreto, la cesta de la compra,  desde el agua, la pasta o el yogurt pasando por el pollo o el aceite, por hablar de alimentos modestos que van a subir al 21%. Estirar 400 o 600 euros va ser la cuadratura del círculo. Pero para las rentas del capital y economías acomodadas solo son las migajas y ya se encargan los sabios en otras propuestas de aligerar aun más sus cargas fiscales. Lo que queda claro, y así lo han manifestado otros “expertos”, es que el deseado principio de progresividad brilla por su ausencia  y que la brecha fiscal, al igual que la social, cada vez se ensancha más.
Quienes tienen la responsabilidad de gobernar no dan puntada sin hilo y cada vez hay más ovillos que crecen hasta alcanzar el tamaño de ruedas de molino. Todo está organizado y planificado; primero, los recortes en derechos sociales, sanidad o educación y la reforma laboral. La crisis sirve como telón de fondo para hacer un vuelco ideológico de calado. No hay respiro, cada semana el anuncio de un nuevo zarpazo. Ahora la presión fiscal que sigue ajustando cuentas con los de siempre. Aunque lo importante es recuperar el empleo y los derechos  perdidos, para eso no está este Gobierno. Y al que le toque el relevo va tener que limpiar escombros y emplearse a fondo para dar esperanza e ilusión a los que sobrevivan a las penurias.