La España confinada

hablo con un médico amigo que está en primera línea en uno de los principales hospitales de la capital atendiendo a los infectados por el coronavirus y me dice que los profesionales sanitarios-médicos y enfermeras- coinciden en que ahora mismo, amén de por la elevada tasa de profesionales del sector que se han contagiado -más de 10.000- la principal fuente de angustia es la falta de medios. Faltan quipos de respiración para equipar nuevas Unidades de Cuidados Intensivos, falta material de protección, faltan guantes y mascarillas. No sobran camas pero ahora mismo no constituyen el principal de los problemas.
También lamenta que el Gobierno no haya aprovechado el decreto del Estado de Alarma para allegar un presupuesto extraordinario -con recursos adicionales aportados por los grandes bancos- para que los principales centros de investigación médica y química agrupados en el CSIC y también los laboratorios farmacéuticos privados estuvieran ya trabajando en la creación de una vacuna. Todos los recursos orientados en la misma dirección. Mi amigo se muestra pesimista respecto de la duración del confinamiento. Según él, se prolongará hasta la tercera semana de abril. Como poco. Y después -comenta- antes de dos meses no es probable que hayan desaparecido los contagios, aunque sería una escala bastante menor que la actual. El confinamiento, no acaba con el virus pero al reducir su expansión contribuye a reducir su virulencia y la tasa de infectados.
La España confinada, quienes no participamos de la cadena de profesionales imprescindibles para asegurar por una parte la atención a los contagiados y por otra los servicios: desde la policía y los militares a las farmacias, transportistas, agricultores y comercios de comestibles necesarios para asegurar la continuidad de los servicios esenciales, estamos ayudando a no empeorar la situación. Es verdad que es una espera cargada de incertidumbre que puede tornarse angustiosa. Pero es lo que hay y debemos aceptar la situación con estoicismo. A cambio, a las autoridades, a los dirigentes políticos -que están dónde están por decisión propia, nadie está obligado a vivir de la política- cabe exigirles en primer lugar que pongan los recursos para allegar los medios técnicos que reclaman los profesionales que se juegan la vida estando en primera línea. Sin olvidar que amén de eficiencia es imprescindible la transparencia en la comunicación del Gobierno. Decir la verdad y no tratar de maquillar los desaciertos para disimular las responsabilidades políticas de una gestión que está siendo muy criticada.

La España confinada

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