UN POCO REACIOS

Una de las características que convierten a la música en un arte único es la de su temporalidad. Las composiciones musicales cobran vida en cada función, y las interpretaciones se convierten en irrepetibles, aunque los intérpretes sean los mismos. El intérprete cobra así un papel determinante en la recreación de la partitura, aunque, a veces, este término se quede corto cuando el músico eleva su versión a la categoría de estado del arte. De ahí la importancia de la lectura en profundidad de todas las indicaciones escritas, pues la correcta asimilación y exposición de cada músico lector de partituras marcará la diferencia.
Si la semana pasada comentábamos las excelencias del nuevo director titular de la Orquesta, hoy, nuestro ánimo no es el mismo. Misma Orquesta, diferente batuta, resultado diametralmente opuesto. “Knoxville: Summer of 1915, Op. 4” de Samuel Barber, “Hemeroscopium” de Antón García Abril y la “Sinfonía Nº 4 en Sol M” de Gustav Mahler, macerado todo por la mano de Lawrence Renes. En Barber y Mahler con la excelente colaboración de la soprano Nicole Cabell.
La obra de Barber discurrió sin altercados, oídas las características y dimensiones con las que fue compuesta. Nicole Cabell consiguió que la música fluyera natural y diáfana, con la profundidad que la obra reclama para sí. Tras Barber, la obra del maestro Antón García Abril. Este compositor siempre ha planteado un desarrollo melódico comprensible, y desde este prisma de compromiso con esta realidad sonora particular, su música fluyó con naturalidad y cierta dosis, por qué no, de sana premeditación auditiva. El grueso grosso modo del programa fue la Sinfonía de Mahler. Cuántas versiones diferentes de esta obra hemos escuchado, interpretadas incluso por mismos intérpretes, pero con diferentes resultados. La de este viernes no creemos que pase a la historia. Reconociéndole oficio a Renes, debería haber sido más detallista con los aspectos interpretativos que guardan relación directa con las emociones. Nos referimos a detalles de agógica y fraseo que con una lectura más profunda y nítida hubieran conseguido elevar esta obra a la categoría que le corresponde por derecho propio.

UN POCO REACIOS

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