EL concello ferrolano está llevando en absoluto secreto su programación de Navidad. El motivo se debe a que los responsables municipales no quieren que los pequeños y mayores se asusten y cunda el pánico. De este modo cada cierto tiempo las autoridades locales anuncian algún acto: una cabalgata por aquí o el apalpador por allá. Los desorientados vecinos están mirando la forma de conciliar la vida laboral y familiar sin que haya sobresaltos y no llegue un día en que el retoño amanezca por la mañana deseando ir a la montaña rusa instalada por sorpresa en la avenida do Rei. La improvisación, crítica habitual de la oposición, va camino de convertirse en la seña de identidad del ejecutivo local.