El dinero tiene miedo y, a veces, mucho

El dinero es una cosa rara. De él se suele decir que no tiene ni sentimientos ni patria y, sin embargo, con mucha frecuencia demuestra que sufre un sentimiento tan humano como el del miedo. El ejemplo más claro lo tenemos en Cataluña, de donde los inversores escapan ante la incertidumbre política y de futuro que provocan los secesionistas con su insistencia en la independencia. Sin embargo, lo que no era tan evidente es que en Euskadi también pasa algo similar. Y los datos no engañan: la inversión extranjera en el País Vasco se ha hundo a una séptima parte, cayendo de los 724 millones de euros hasta los 113 millones. Un descenso difícil de justificar si no es por la deriva a la que está llevando a la comunidad el PNV.

El dinero tiene miedo y, a veces, mucho

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