ESPÍRITU NAVIDEÑO

Aalgunos les pasa con la Navidad como a las quinceañeras con la mayoría de edad. Cualquier maquillaje con el que simular que ha llegado la fecha soñada les parece bueno.
De pronto las montañas de mazapanes amenazan con caer dentro de nuestras cestas de la compra. Los envoltorios brillantes de las mil y una variedades de turrón nos deslumbran desde las estanterías. Y el paseo hasta la caja lo ameniza una selección de villancicos con ritmo de rumba.
En la calle, parpadeamos para comprobar que lo que hemos creído un espejismo son en efecto las luces navideñas suspendidas en el centro de la calle y colgando de las farolas. Elementos extraños en el paisaje. Bombillas que dibujan campanas y abetos y nos provocan la sensación de vivir en el día equivocado.
Cuanto más nos empujan al espíritu festivo más nos resistimos. Y nos empeñamos en recordar los años en los que la cuenta atrás hasta Nochebuena se hacía con un calendario de adviento que escondía un bombón en cada fecha. Y el belén y el espumillón esperaban al puente de la Constitución para salir del trastero. Y los regalos se compraban en una carrera contrarreloj. Los polvorones estaban prohibidos hasta que empezaban las vacaciones en el colegio y lo que de verdad anunciaba que había llegado la Navidad era encontrar a los niños de San Ildefonso cantando números y premios en la tele.
El adelanto no nos convence. Aunque solo sea porque mantener la ilusión por lo que va a venir durante un mes y medio es agotador. Y acaba por hacer que cualquier cosa nos parezca poco. Llegamos al 24 de diciembre aburridos de brillos, lazos, dulces, brindis y coros celestiales. De escaparates que prometen el detalle perfecto para nuestros seres queridos y de tiendas atestadas de compradores que se mueven en masa con el temor de que el de al lado se lleve ese regalo con el que podrían triunfar este año.
De seguir esta tendencia terminaremos por celebrar las cenas de empresa en bermudas en un chiringuito playero. Perdidos en esa farsa que no hay campaña publicitaria que defienda con dignidad. Seremos quinceañeras de dieciocho años que solo lamentan el tiempo perdido.

ESPÍRITU NAVIDEÑO

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