Desastroso fin de curso político

pues señoras y señores, el curso político terminó  y, en mi opinión, el balance no justifica precisamente la tanda de aplausos con los que los diputados ‘culiparlantes’ obsequiaron este miércoles a sus líderes.
Yo diría que este balance es más bien desastroso y solamente el haber salvado ‘in extremis’ esos ciento cuarenta mil millones de fondos de reconstrucción europeos, lo que ciertamente no es poco, nos libra de sumirnos en la desesperación más extrema. Pero ciertamente no es esto: seguimos, en mi opinión, en una especie de caída libre. De caída democrática libre.
El hecho de que se hayan más que duplicado los contagios en las dos últimas semanas, habla muy poco de nosotros, ciudadanía, y tampoco deja en buen lugar la gestión de la desescalada.
Y esto se produce en un clima político pestilente, perfectamente reflejado en la lamentable sesión parlamentaria de este miércoles y en los inanes acuerdos y majestuosos desacuerdos a los que llegó la rimbombante comisión parlamentaria de reconstrucción: la montaña parió un ratón y nuestras fuerzas políticas, tan ocupadas en volarse la cabeza unas a otras, no han sabido siquiera gestionar en buena armonía la buena noticia que supuso el desbloqueo de los fondos europeos.
Sánchez estuvo mal atacando al PP por no haber ‘ayudado’ a tal desbloqueo, casi acusándolo de traición, y Casado actuó casi peor apropiándose de las figuras de las verdaderas gestoras del eurotriunfo, Angela Merkel y Ursula von der Leyen, porque ambas pertenecen al Partido Popular Europeo y no son socialistas. 
Creo que si el Legislativo va como va, y el Judicial está atascado desde hace dos años, el Ejecutivo no presenta perfiles mucho más esperanzadores. Cada día es más patente la excéntrica presencia del líder de Podemos en ese Ejecutivo: Pablo Iglesias hace, cada vez que puede, profesión de su fe republicana y de su alineamiento en una izquierda que no aprobará los Presupuestos si también los apoyan los centristas de Ciudadanos. Todo ello, en un afán por disimular sus problemas internos, externos y mediopensionistas, que le cercan.
A este paso, llegará el momento en el que Sánchez tenga que elegir, y entonces esperemos alguna acción positiva por parte del PP, cuya ayuda será también muy necesaria.
Este es, a grandes rasgos, el panorama desde el puente cuando el curso político concluye, aunque ya digo que nos queda una sesión que protagonizará Sánchez para explicar, sin autocríticas -ningún político español es aficionado a ellas-, su sin duda buena, o al menos afortunada, gestión en esta última, angustiosa, reunión del Consejo Europeo.
Y así, entre peticiones mil de comisiones de investigación parlamentaria, que afectan desde al Rey hasta al mismísimo Pablo Iglesias, entre demasías lanzadas desde los escaños, como que “las cloacas se sientan en el Consejo de Ministros”, o en medio del descontento algo caótico de las autonomías por el desequilibrado reparto de los fondos, hemos llegado al final de un semestre ‘horribilis’.
Lo siento por esas promesas de Sánchez en el sentido de que agotará la Legislatura con una coalición cada vez más consolidada: puede que me equivoque, claro, porque errar es fácil en medio de este desorden henchido de inseguridad jurídica y política, pero sospecho que esto, así, mucho tiempo no va a poder seguir. Y he de recordar que aquí quien lleva el timón y la nave a un pretendido buen puerto se llama Pedro Sánchez, el hombre que aún sigue liderando las encuestas de intención de voto. Pese a todo.
fjauregui@educa2020.es  

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