El tufo de la “Nueva Normalidad”

El Estado de Alarma fue necesario. Su uso, por parte del Gobierno plenipotenciario y feliz sin tenerse que someter a control, se ha convertido en abuso. Muchas opiniones jurídicas y la propia y profana percepción de las gentes de a pie indican que se ha traspasado sus límites legales para configurar un verdadero Estado de Excepción donde ya no es que se restrinjan sino que directamente se anulan derechos fundamentales personales, ciudadanos y constitucionales.

Porque, de esto no hay duda, al presidente Sánchez cuyo concepto del poder y de la relación con la oposición se limita a “yo mando y ellos han de obedecer” sin que tenga porque consultarles nada y, por supuesto, sin rechistar, ha encontrado en este mecanismo, y no digamos sus socios podemitas, la mejor herramienta para un ejercicio cada vez más autoritario y amordazador del poder. 

Si por el fuera esto debería prolongarse sine die y si fuera por Pablo Iglesias ir un paso más allá y ya puestos aprovecharlo y establecer un régimen que tendría de democrático lo que tenía la RDA (República Democrática Alemana) y tienen y mantienen contra su población sus asesorados patrones caribeños tanto isleños como continentales.

Al socaire del Estado de Alarma a la población se le ha inundado el cerebro de la “normalidad” de la conculcación de sus delitos y, es más, algunos ya comienzan a ejercer de vigilantes, tipo CDR cubano, o sea de delatores del vecino desafecto, los “policías de balcón”. 
La continuidad es esa aberración que se intenta pasar como obligatoria de una anunciada y vaporosa “Nueva Normalidad”, que atufa a lo que es, a Anormalidad y restricción de los derechos democráticos por parte del poder.

En lo del consignazo y el palabro redentor, siempre han sido, ciertamente, unos maravillosos expertos. Mucho más en esto que Simón en lo suyo, pues al fin y al cabo de ellos es la patente del Agitprop (Agitación y Propaganda como sucedáneo de Información y Opinión) y basta recordar que nadie más que ellos han sido los dominadores de la industria informática del bulo y bautizar a una Ley como “Mordaza” cuando son ellos ahora los censores y que tienen además, para cerrar el círculo inquisitorial a sus afines para dictaminar que es “verdad publicable” y que no.

Imaginen si algo que llegara a mínima parte de lo que en ese sentido, con el gravísimo “lapsus”, pero por escrito y con orden firmada, de hacer de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado gendarmes gubernamentales para impedir la critica a su gestión, hubiera sucedido con un gobierno anterior. El griterío contra la “dictadura fascista” hubiera alcanzado dimensión telúrica y mundial. Pues bien, como lo han hecho ellos ya saben, tienen bula: es progresismo y libertad. Y a callar, o el facha eres tú.

La normalidad sanitaria y los hábitos en la relación entre las personas tras el dramático impacto y posibles continuidades del coronavirus, sin duda que van a tardar en restablecerse y en algunos casos la pandemia dejará huella y poso en nuestro quehacer cotidiano. Pero ello no tiene nada que ver con la pretensión del “Gran Ojo” orweliano que se aspira a imponernos con el apodo y calificativo de “Nueva”. Miren ustedes, eso de nuevo nada, eso es más viejo que el hilo negro y es lo que siempre han querido hacer quienes no creen en la libertad. Se vistan como quieran y se camuflen de lo que les da la gana. La libertad y la democracia (y la “normalidad”, que viene de norma) están mucho mejor sin adjetivos, porque en cuanto se les colocan, es el síntoma definitivo, de que ni es democracia ni hay ya libertad.

El tufo de la “Nueva Normalidad”

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