Botella, al borde del abismo

Dicen en oráculos bien informados de la villa del oso y del madroño que la vida política de Ana Botella va a durar menos que un kilo de caramelos a la puerta de un colegio. Vamos, que a la señora de Aznar le quedan dos telediarios. Y todo ello, a raíz de la polvareda que levantó la conferencia sin preguntas que la señora Botella pronunció en el Club Siglo XXI, ante una más que nutrida representación de la flor y nata del PP, comandada por los ministros de Justicia y Sanidad, Ruiz-Gallardón y Ana Mato, respectivamente. Y con peperos tan significativos como Zaplana, Ignacio González o P. Segrelles, en primera fila.
Fue tan dura la Botella que aún ahora muchos asistentes se preguntan si la conferencia podría haber estado inspirada por su marido, quien, de esta forma maquiavélica, podría haberse extraído la espina que tiene  clavada por culpa de Rajoy. Y es que el tono que empleó la Botella difícilmente hubiera podido ser más contundente, rotundo, claro y denotativo. Hasta tal punto que las suspicacias y rumores han hecho aventurar que la aventura política de la Botella terminará cuando cese en la alcaldía de Madrid. Dijo doña Ana que el PP disipe las dudas que se ciernen sobre su proyecto político.
Pero los asistentes no daban crédito cuando escucharon lo que sigue, de boca de la Botella: “Vivimos en estos días casos flagrantes en los que las cosas parecen discurrir en sentido contrario a lo que sería necesario para reforzar la confianza de los ciudadanos en las instituciones”. Y, ya en el colmo de la azotaina política, remató con esta estocada hasta la bola: “Si acertamos a disipar las dudas que hoy existen sobre nuestro proyecto político, podremos culminar la tarea de devolver a nuestra ciudad y al conjunto de nuestro país a un camino de progreso del que nunca debimos habernos apartado”.
A muchos de los asistentes no les llegaba la camisa al cuerpo, algunos juraban en arameo. Y no pocos entonaban ya un “requiescat in pace” por el futuro político de la señora Botella. Que se sepa, Rajoy aún no ha empuñado el hacha del verdugo, pero todo se andará.

Botella, al borde del abismo

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