Bancos de alimentos

a crisis de la COVID-19 no sólo es sanitaria y económica. Lo es también social y humanitaria, aunque a esta dimensión parezca prestársele menores atenciones mediáticas. Así lo está poniendo de relieve el desesperado SOS que estos días lanzan los bancos de alimentos: “No tenemos comida para todos. Estamos en situación de mínimos”. Crecientes son, en efecto, las asociaciones y particulares que llegan en solicitud de ayuda.
Para ser conscientes de la labor que estas entidades benéficas llevan a cabo, cabe recordar que en toda España funcionan 54 bancos de tal naturaleza, agrupados en la correspondiente Federación nacional (FESBAL). El año pasado repartieron casi 145 millones de kilos de comida, que llegaron a más de un millón de personas -310.000 familias- a través de una red de 7.216 instituciones o asociaciones también benéficas –el 20 por ciento de ellas, comedores sociales- que trabajan, en números redondos, con 3.200 voluntarios. 
Este año la crisis de la COVID-19 los ha puesto en una situación difícil y compleja. Por una parte y habida cuenta de que en buena medida los voluntarios que allí colaboran son jubilados o prejubilados y, por tanto, población de riesgo, han tenido que reducir efectivos, trabajar con servicios mínimos, contratar personal o cubrir plazas con nuevos voluntarios más jóvenes.
Por otra, al tener suspendidas las operaciones de captación presencial de alimentos en tiendas, comercios y supermercados y haberse cancelado otras entradas procedentes de la industria alimentaria, tradicionales en esta época del año, cada vez está siendo más complicado dónde hacerse con comida para distribuir. Las donaciones son insuficientes para poder regularizar existencias.
Según datos aportados por el director de comunicación de FESBAL, los bancos de alimentos han repartido ya buena parte de los procedentes de la “gran recogida” navideña (21 millones de kilos) y de la primera fase del Fondo español de Garantía agraria (FEGA; 1,5 millones de kilos), al que contribuye en un 80 por ciento la Unión Europea y en un 20 el Ministerio de Agricultura.
“Nos encontramos en una situación dramática –dice- y con el temor de que los próximos meses sean aún peores y volvamos a cifras de beneficiarios superiores a la crisis económica de 2008, cuando fueron atendidas más de millón y medio de personas necesitadas. Esto no ha hecho más que empezar”.
Si ahora se está a nivel del pico de la larga crisis iniciada hace doce años, en la actualidad se ha llegado a ese punto en sólo mes y medio. Aquello fue más lento. Y es que el confinamiento ha destapado la situación de muchas personas que vivían en la economía sumergida y de muchos que lo hacían al día. Unos y otros han visto eliminados todos sus ingresos y sin colchón económico como para afrontar la situación. 
Todo ello puede, en verdad, dar una idea del tremendo drama que se vive detrás de esta pandemia. No sólo sanitario y económico.

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