Un folio en blanco

Ya ha pasado la navidad, el rutinario fin de año ha dado la campanada y el innombrable trece se ha ido para siempre. Déjenlo que se vaya y que descanse donde no volvamos a tropezarnos. Ahora ya tenemos delante un nuevo año, un folio en blanco que generalmente produce un vértigo más controlable. La posibilidad de iniciar un año en el que todo está por escribir es un nuevo reto y una nueva ilusión, pero también un vacío lleno de interrogantes que habrá que empezar a llenar de certezas poco a poco.
Lo peor del año nuevo es que el mismo día uno de enero ya empezamos a arrastrar las hipotecas del pasado, un pesado lastre que condiciona ese esperanzador folio en blanco. Ya están ahí las temidas subidas de todo aquello que es necesario para vivir, y a la vez la bajada o congelación de las pensiones, de los salarios, o la falta de empleo, imprescindibles para hacer frente a las necesidades que se presentan y sin duda son condicionantes para que esa página de nuestra vida  se llene con más alegrías que penas.
Ya en el nuevo año queda la última parte de la navidad, el día de Reyes, que tanto para creyentes como para los que no lo son, ocupa un párrafo muy importante en esta historia. Es una ilusión individual y a la vez colectiva y muy contagiosa en la que todos esperan la sorpresa material, la palabra que conforta, la mirada cómplice, aunque con frecuencia no haya mucha racionalidad en ese deseo. La gran mayoría espera que de algún modo se cumplan sus sueños, siempre la prioridad son los infantiles. Pero también los adultos, casi todos escondemos detrás lo que hemos sido y esa noche aunque no se exteriorice afloran de nuevo con intensidad y cualquier tontería nos hace felices.
Ahí está ese folio en blanco, también para escribir  el fin de las guerras, de la miseria, de la violencia, para escribir un poema, una pieza musical, para dar un abrazo, para compartir solidaridad, y sobre todo para no robar los deseos de los que empiezan a vivir o de los que les queda poco tiempo para que sus hojas se caigan definitivamente con una brisa de primavera o con un vendaval de otoño. Seguro que lo bueno está por venir. Y como decía Calderón que la vida siga siendo un sueño, aunque solo sea por unos instantes.

Un folio en blanco

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