Un gobierno vídeo mapping

Mañana hay Pleno. Y el jueves también. Han pasado seis meses desde las elecciones municipales y llevamos tantos plenos extraordinarios como ordinarios. Aparte de la “brincadeira” electoral de BNG y Marea para debatir sobre el Presupuesto de la Xunta –el único hasta el momento aprobado y preparado para entrar en vigor el 1 de enero–, el resto han servido para ir saliendo del paso en el tiempo de descuento: uno para pagar el sobrecoste de un millón de euros en la cubierta de Riazor y el otro, para poder pagar, tarde, la Renda Social. 

El Gobierno socialista ha heredado la desidia y la ineficacia de los cuatro años de Marea Atlántica. Nada funciona y todo se intenta resolver cuando el agua ya ha sobrepasado el nivel del cuello. Lo de mañana consiste en aprobar, in extremis, la utilización de 6,1 millones de superávit para pagar parte de los 12 millones del castro de Elviña. Si el Estado no lo autoriza o el Ayuntamiento no es capaz de tramitar todo antes del 31 de este mes, el dinero irá a parar a los bancos para pagar deudas, la segunda vez en dos años. 

Para evitar esta situación hubiese bastado con que el equipo de Inés Rey hubiese cumplido un único mes con el pago a los proveedores. No ha sido así. El cumplimiento del plazo de pago no se respeta desde el pasado mes de enero. Es otra constatación de que al Gobierno local la tarea se le hace grande; le desborda.

A los dos grandes contratos pendientes de adjudicación, la recogida de residuos y la limpieza viaria, se le une ahora Nostián. Tres de los contratos más importantes para el funcionamiento de la ciudad arrancarán 2020 en situación irregular y, en el caso de la planta de tratamiento, con un expediente de regulación de empleo, que inicialmente afectará a 40 personas. Por supuesto, la ciudad sigue cada día más sucia y del prometido Plan de Choque, ni rastro.

Inés Rey llegó prometiendo la agilización de la administración, pero el ritmo de concesión de licencias sigue –como tantas otras cosas– al inerte ritmo que marcó la Marea. No se le ponen las cosas fáciles a los que quieren abrir un negocio. Tampoco a quienes quieren mantenerlo. Paseábamos el lunes por el Mercado de Monte Alto y solo recibíamos desesperación.

Tampoco llegarán a tiempo con el Presupuesto, la principal herramienta de desarrollo y crecimiento de la ciudad. En los pasillos de María Pita comienzan a cruzarse apuestas sobre dónde guarda José Manuel Lage las cuentas y el color de las tapas del cuaderno. Nadie sabe nada. Ni sus compañeros, pero a la vuelta de Fin de Año seguiremos con la prórroga.

El carril bici sigue siendo un laberinto, no se ha solucionado el problema del aparcamiento en el Materno Infantil, las incertidumbres acechan a Alvedro, no hay alternativa al centro Abeiro, ni siquiera agilidad para dotar de más dinero a quienes asumen las consecuencias de su cierre, se han concedido menos becas comedor que nunca, el Puerto sigue cerrado a cal y canto y el baño en el Parrote prohibido…

No hay soluciones a los problemas, ni a los de enjundia ni a los cotidianos. Las quejas de los vecinos por la escasa iluminación navideña se tapan con un vídeo mapping tan espectacular como fugaz. Es una metáfora de Inés Rey y su Gobierno municipal: un suspiro que deslumbra y que maquilla una triste realidad. Pasa el día, pasan los días, y del Palacio de María Pita siguen saliendo demasiados anuncios, demasiadas palabras y ni una sola acción. Tristemente, el dinero se irá de nuevo a pagar deuda en lugar de para construir una nueva escuela infantil o un parque.

Un gobierno vídeo mapping

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