Héctor Francesch, en Moretart

El artista coruñés Héctor Francesch ofrece en Moretart la muestra “Size”, título alusivo a la idea de tamaño y de medir, con el que quiere hacer referencia al modo de valorar la realidad que nos rodea y que siempre es relativo, porque depende de los vaivenes de la subjetividad. Héctor aparca los grandes temas y eleva a la categoría de “grandes” aquellas cosas, –según propia confesión–, que la mano puede encontrar en un bolsillo: un reloj, un caramelo sugus, un teléfono móvil, unas pilas, unas gafas, un as de corazones… o un lápiz.
Los lápices, inseparables compañeros del dibujante, son los principales protagonistas de esta exposición: pintados, fotografiados o componiendo un aéreo y grácil móvil, pasan de ser útiles anónimos a convertirse en figuras dignas de representación; por medio de ellos compone con letras mayúsculas, su nombre español, inglés y francés: Lápiz, Pencil, Crayon y colocándolos en escala, del blanco al negro, con todos los demás colores en medio, conforma un plano inclinado, al que titula Size, el lápiz más pequeño es el negro y el más alto es el blanco, pero el tamaño no implica una valoración superior, pues todos son igualmente necesarios y es su cooperación lo que los hace imprescindibles.
Es evidente que H. Francesch sigue el espíritu de la figuración pop art, cuya finalidad es buscar que el arte de fe del contexto sociológico que representa el espíritu de cada época; en la nuestra, desde luego, no podía faltar un iPhone, con sus llamativos iconos de facebook, whatsapp, mail, etc, ni el reloj Casio o las pilas de repuesto.
Llamar la atención a cualquier precio es una de las características del lenguaje publicitario y hay toda una subcultura nacida de él; agrandar los objetos hasta convertirlos en hiperbólicos es uno de sus métodos; de esta hipérbole se sirve también Francesch, como lo hicieron Claes Oldenburg o Andy Warhol; los objetos, así aumentados y pintados con precisión fotográfica, aparecen en su pura presencia, sobre un fondo liso de tonalidad gris perla, no pretenden estar en posesión de ningún mensaje trascendente, de ninguna poética extraordinaria o de cualquier belleza oculta; se imponen por su inmediatez, su tamaño y su colorido; son ellos, están ahí, nos acompañan y nuestro mundo no podría entenderse sin su presencia; y si las naturalezas muertas tradicionales nos traían evocaciones del mundo natural o de las cosas familiares, estos nuevos objetos nos hablan de la constante cercanía a nuestra mirada y de la casi inseparabilidad de nuestra piel.

Héctor Francesch, en Moretart

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