Terrorismo

El terrorismo, cualquier tipo de terrorismo, es intrínsecamente perverso y supone el compendio de la maldad humana, al utilizar la violencia en nombre de una pseudo-ideología política, social e incluso religiosa para conseguir sus fines. Pero no hay que engañarse; el terrorismo persigue y vive, en primer lugar, de la publicidad que sus acciones provoca. 
En la era de internet, de las redes sociales, es muy difícil, por no decir imposible, lograr el denominado “apagón informativo” –que no se informara lo más mínimo sobre las acciones terroristas–, pero si eso fuera posible, el terrorismo, los terroristas, perderían bastante de su macabra razón de ser y de existir.
La opinión pública ha vuelto a ser golpeada una vez más este pasado fin de semana por un nuevo atentado, esta vez en Londres, mientras que a escasa distancia, en la localidad galesa de Cardiff, se disputaba la final de fútbol de la Champions League. Antes de Londres fue Manchester, y antes, otra vez Londres, Niza, Bruselas o París. Y solo por hablar de atentados de corte yihadista cometidos en Europa.
Cuando suceden este tipo de atentados, el primer recuerdo debe ser necesariamente para las víctimas de los mismos, todas inocentes, que encontraron la muerte de una forma inesperada: asistiendo a un espectáculo musical, o mientras paseaban o tomaban unas copas en una terraza o cenaban en un restaurante. 
Ese es otro de los objetivos del terrorismo: sembrar dolor, pánico en la población y, evidentemente, intentar destruir los valores que definen a las sociedades democráticas y libres donde actúan. 
La lucha contra este tipo de terrorismo yihadista no es fácil, porque cuando el fanatismo y la locura llevan a unos seres humanos a estar dispuestos a inmolarse pensando que en el más allá encontrarán el paraíso, eso evidentemente acrecienta la complejidad para atajarlo.
España, como es obvio, no está libre de esta amenaza terrorista y como tal, las autoridades políticas y policiales han decidido hace ya tiempo establecer el nivel 4, el segundo más alto en la escala de alerta terrorista. 
Pero la eficacia, preparación y competencia de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en esta lucha contra el terrorismo yihadista está más que demostrada. El nivel de prevención e información –básicos en una lucha de este tipo– es muy alto, lo que explica, por ejemplo, las 162 personas detenidas en el último año por sus vinculaciones de una manera o de otra con grupos yihadistas. 
Por desgracia, en nuestro país conocemos muy bien el dolor que el terrorismo produce. Lo hemos soportado durante muchos años por culpa de ETA. Por eso, estamos más preparados para combatirlo y para, en cualquier caso, mostrar nuestra solidaridad y afecto a las víctimas del terrorismo de cualquier parte del mundo.

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