El futuro sistema bancario

Pinocho había sido durante muchos años su personaje de ficción favorito. Más que el efecto las mentiras producían sobre su nariz, le fascinaba su capacidad de transformación. Ahora muñeco, ahora niño; ahora niño, ahora muñeco. Años más tarde, el camaleón se hizo un sitio en su corazón junto a Pinocho. Los poderes miméticos del reptil lo cautivaron. Los descubrió en un programa de Rodríguez de la Fuente y desde entonces su sueño fue conseguir la adaptación perfecta al entorno con independencia de las circunstancias.

El afán por alcanzar esa meta le llevó a tratar de alistarse en los Marines. Pintarse la cara de verde y llevar ramitas en el casco eran una tentación insuperable. Los cinco centímetros que le faltaban para dar la estatura mínima requerida para entrar en el cuerpo, le obligaron a renunciar a su sueño. Sin embargom, su admisión en la Brigada Paracaidista compensó la decepción. Eligió los paracas porque su uniforme no era caqui, sino de camuflaje. Aunque precisamente entonces se enteró del curioso lenguaje del Ejército español, donde al cinturón se le denomina ceñidor; al gatillo, disparador, y al uniforme de camuflaje, uniforme mimetizado.

Al término de su etapa castrense, se matriculó en la Universidad. Créditos en Derecho, en Económicas, en Sociología y hasta en Historia. El mimetismo perfecto le llevó a la licenciatura. Con su título colgado de la pared, se incorporó al mercado laboral. Y no le fue nada mal, ya que gracias a su capacidad de adaptación trabajó para la Xunta de Fraga, para la del bipartito y aún ahora recibía algunos encargos.El último no sabía quién se lo había hecho, pero los 200.000 euros que recibió en mano al aceptar la propuesta, le disuadieron de hacer preguntas. La misión que le habían encomendado era fácil: Establecer las bases para la refundación del sistema bancario gallego.

El documento final era quizá un delirio, pero lo había redactado en un tiempo récord. Partía de la base de que Galicia debía ser un paraíso fiscal, para lo cual era imprescindible la independencia. Perdidos los vínculos con la Monarquía, no habría problema para disponer de la isla de Cortegada. Allí se levantaría la sede del banco, cuyo personal estaría integrado por emigrantes en Suiza retornados. Los fondos se captarían entre inversores (inicialmente había escrito políticos) catalanes. Una vez que hubiesen formalizado los depósitos, serían agasajados con marisco de la ría de Arousa, especialmente vieiras con toxina amnésica, para que en dos días olvidasen donde guardaban su dinero.

Estaba seguro de que su plan era perfecto, pero si no lo aprobaban le quedaría la posibilidad de la transformación y vendérselo a la Generalitat. Sustituiría Cortegada por la isla de Buda; la ría de Arousa, por el delta del Ebro, y las vieiras, por los mejillones cebra. Y las víctimas, los gallegos. El summum del mimetismo. Ya deseaba que rechazaran su propuesta en Galicia.

El futuro sistema bancario

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