Los “grandes oradores” del PP

Si Demóstenes, Fenelón, Donoso Cortés, Emilio Castelar y otros grandes oradores levantasen la cabeza, de inmediato la volverían a postrar al contemplar la nimia capacidad oratoria que “adorna” –y es un decir– a los prebostes del Partido Popular. Y ello, empezando por el ínclito Rajoy –que termina sus frases en “ao”: le han “dao”. “le han tomao”, etc. por “le han dado”, “le han tomado”–, pasando por el auténtico desastre que es María Dolores de Cospedal, hasta llegar al auténtico fiasco que es y significa el incapaz de Montoro.

La Cospedal acaba de darnos el mejor ejemplo de cómo un político se puede meter en un auténtico “jardín oratorio” y no saber cómo salir. Se refirió a Bárcenas como un “indemnizado en diferido”, grandiosa y sensacional nueva imagen del Derecho Laboral que la señora Cospedal debería patentar de inmediato, como inventora de una gloria del mundo legislativo. Habló también de una “indemnización pactada en forma de simulación”, lo cual es ya para auténtico carcajeo, cuando no para que la justicia arranque su paño de los ojos y le ponga a llorar.

Pero otra auténtica delicia era escuchar las frases del expresidente de la Diputación de Orense, Baltar padre, el hombre del trombón, el inefable caballero de las 104 contrataciones a dedo. Cuando hablaba, daba la impresión de que estaba azuzando vacas. Ya nada digamos del todavía ministro Montoro, quien, hablando, se hace putadas a sí mismo, pues necesitaría que un traductor al castellano normal y corriente le ayudase, para que los ciudadanos de a pie pudiésemos asimilar sus despropósitos lingüísticos. Da la impresión de que habla para extraterrestres: ni su tono, ni su estilo, ni su oratoria son dignos de un ministro que quiere convencer a la ciudadanía.

A escala local, el alcalde de La Coruña es muy limitadito en sus parlamentos. Otra cosa ocurre cuando se los escriben y puede leerlos.

Cómo añoramos a aquel Paco Vázquez, con su sonsonete gallego y todo.

Los “grandes oradores” del PP

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