Después de la sangría

Es evidente que al PP le interesa salir en cuanto pueda del hospital tras la reciente sangría electoral. Que se dé cuenta de que se acabó su buena suerte, provocada por los males ajenos. Pero, al menos en Galicia, no ha elegido el camino idóneo para poner remedio. Y me explico: en tanto Feijóo deambulaba por Japón, un diputado del PPdeG y un alto cargo del partido pusieron a Rueda de “chupa de dómine”. O sea, que si ya hay guerras intestinas en el partido, mal se va a salir de la sangría electoral.
Al margen de que deseamos que el periplo feijoniano por el país del Sol Naciente haya servido a Galicia de más provecho que el que realizó a Cuba, en tanto nuestro hombre se paseaba por Japón, aquí, en Galicia, se le alborotó el gallinero. Los dos dirigentes peperos que pusieron a Rueda como un trapo no se anduvieron por las ramas a la hora de criticar la campaña por el PP –léase, Rueda– para las elecciones europeas. Y así, saltaron unas invectivas en Facebook que no digan dueñas.
Tanto el diputado Alejandro Gómez, como el exdirector general Norberto Uzal, que ellos fueron los coitados, achacaron a Rueda ser culpable máximo del varapalo sufrido por los populares. Gómez, con toda la burla gallega y toda la ironía del mundo, dijo de Rueda: “Es un gran estratega electoral”, poniéndolo, con esta burla, a los pies de los caballos.
Por su parte, Uzal dijo, cuando se comparaba a los listísimos Cuiña y Palmou con el políticamente impresentable Rueda: “No compares. No hay color”. Desde luego, si Rueda tuviese vergüenza torera política, al oír esto se iba para casa. Pero es que ambos relevantes miembros del PP gallego ya lo dieron a entender: ¡sobra Rueda!, del que se dijo que estaba “huérfano de conocimientos, ayuno de principios y repleto de vanidades”.
¡Arrea, manco! Con el cáncer dentro del partido, no le arriendo la ganancia futura a los populares.

Después de la sangría

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