NUESTRA ESPECULADORA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Con la crisis muchas familias aprovechan para invertir sus ahorros en la adquisición de una vivienda a un precio razonable, que nada tiene que ver con los disparatados del “boom del ladrillo”. Así, por poner un ejemplo, hasta hace poco, en los Ayuntamientos de la Costa gallega, se estaban vendiendo pisos a 180.000 euros que antes de esa burbuja inmobiliaria no alcanzaban ni los 80.000 euros; precio, incluso menor, por el que ahora pueden llegar a adquirirse. Ocurre que el ciudadano que compra piensa que pagará por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, el 8% o 10%, según los casos, del precio de la compraventa, pero cuál no es su sorpresa cuando, transcurridos unos meses, la Consellería de Facenda le cursa la liquidación del impuesto no sobre la base imponible de ese precio, el real, sino sobre su primitiva valoración, la sobredimensionada por mor de la ficticia realidad entonces creada, es decir, sobre la descabellada valoración del inmueble antes de la grave crisis económica que ahora vivimos. Nuestra “listilla” Administración autonómica, prefiere, a los efectos de “hacer caja”, seguir viviendo en el pasado, cuando éramos “ricos”, y, como otro especulador más, seguir pasando la misma cuenta que otrora, en perjuicio, como siempre, de las clases menos pudientes.
Según estudios recientes, España cuenta con la fiscalidad más elevada del mundo en la compra de vivienda. El porcentaje en impuestos y otras tasas obligatorias a la hora de la compra de una propiedad millonaria es el mismo que el de una humilde morada, mientras que en el resto de países se produce un descenso notable en la factura fiscal. Este porcentaje variará dependiendo de la región donde se adquiera la vivienda, y ya vemos como se las gastan por aquí. A este gravamen se suman otros impuestos como el de Actos Jurídicos Documentados, Sucesiones, la Plusvalía Municipal, y, últimamente, una “cosa” llamada Certificado Energético, que ahondan demoledoramente el coste de este tipo de adquisiciones por el ciudadano medio. Obvio es que a los especuladores, es decir, a los que multiplican su capital aprovechándose de la necesidad ajena, esto les da igual, pues compran igualmente barato y sin verse sometidos a otra competencia ante tan amplia oferta que la de sus iguales. Pecata minuta.

NUESTRA ESPECULADORA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

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