ÉBOLA E INSEGURIDAD

Cuando en 1947 se publica La peste de Albert Camus,  cuya novela narra una plaga en Oran, hay algo que trasciende ante todos los miedos y los riesgos, es la inmensa solidaridad y el trabajo humanitario. Nada que ver aquella época con los recursos actuales de los países occidentales, pero si que estamos ante una enfermedad como el ébola  para la que no hay un tratamiento eficaz  y con un riesgo de contagio elevado.
Hasta el momento el drama de esta peste del siglo XXI estaba en el corazón de Africa,  de la que poco transcendía de lo que allí ocurría, incluso de las personas que han dedicado su vida a aliviar los últimos momentos de los enfermos.¿ Qué han hecho los países desarrollados y en concreto España ? Por una parte vivir de espaldas al problema, quedaba muy lejos. Por otra parte usar la austeridad para bajar a niveles ínfimos las partidas dedicadas a Cooperación y a Investigación. E incluso frivolizar con una tercera, alertando de que los saltos a la valla de  Melilla o los manteros que malviven en nuestras ciudades, eran un potencial riesgo.
Pero al final lo que nos ha llevado a ocupar las primeras páginas de todos los medios informativos internacionales han sido bien distintas. Contagios en nuestro país, en hospitales punteros en los que aparentemente no se han valorado adecuadamente los riesgos. Se han relajado los protocolos hasta límites insospechados. Se carecía de material seguro y un hospital de referencia en enfermedades infecciosas como el Carlos III, había sido prácticamente desmantelado por la Comunidad de Madrid.
Por parte del Gobierno mutismo absoluto. Una rueda de prensa de la Ministra de Sanidad Ana Mato, que no sabía a donde mirar ni que decir. Trasladó más inseguridad y  dudas que certezas. Su ausencia y desconocimiento de los problemas es ya habitual. Pero en estos momentos de cierta alarma social se necesita liderazgo, transparencia e información veraz y alguien del Gobierno tiene que asumirlo con todas las consecuencias. Ante la mayor crisis sanitaria de los últimos tiempos, hoy como ayer, hay algo que reconforta y es el trabajo de los profesionales sanitarios que posponen sus riesgos por la vida de los demás. Para ellos  toda la solidaridad y reconocimiento.

ÉBOLA E INSEGURIDAD

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