LA PÉRDIDA DE LA ESENCIA

María Pita añoraba a Paco Vázquez y durante el invierno de forma especial. Aquella llama de la Libertad que ardía a sus pies era una bendición. Cómo le ayudaba a combatir el frío. Pero Losada había cerrado la espita del gas y Negreira no la había reabierto. Los temporales la estaban destrozando. Ya empezaba a dudar que fuese capaz de resistir hasta la primavera. Ojalá la hubiesen esculpido con de ropa de abrigo.
¡Ay, Paco, mi Paquiño, cómo te echo de menos! Estoy aterida de frío. Ni me acuerdo de cómo es ese calorcito que tanto conforta. Ya no digo en la cama, que a mí habiéndome casado cuatro veces, nunca me faltó de nada en el lecho, pero es que estoy tan destemplada que me conformaría con que de vez en cuando encendiesen el pebetero del pedestal.   
Pero lo peor no era que María Pita estuviese al borde la pulmonía, sino que empezaba a pensar que ya no quedaban coruñeses de bien que se apiadasen de su heroína. Lo había comentado durante la cena de Nochebuena. Hércules, Alfonso Molina, Pucho Boedo y Juanito Acuña habían tratado inútilmente de disuadirla de semejante de idea. Porlier, Sir John Moore y Picasso insistían en que estaba equivocada, pero, siendo como eran coruñeses de adopción, su opinión no había servido para convencerla.
Y tú, inglés, ándate con cuidado. No me contradigas, que ya sabes como me las gasto con los de tu país. Si yo digo que se está perdiendo la esencia coruñesa, es que se está perdiendo. Siempre fuimos diferentes. Mamábamos coruñesismo desde pequeños, pero ahora parecemos de Lugo, de Santiago, de Ourense... ¿Qué diferencias veis entre la corporación municipal de cualquiera de esas ciudades y la de A Coruña?
Hasta Hércules, tan sobrado de músculo como escaso de intelecto, se dio cuenta de la rotundidad del argumento de María Pita. A la heroína le castañeteaban los dientes, pero aun así fue capaz de seguir adelante con su razonamiento. ¡Ay, Paco, mi Paquiño!, qué poco aprovecharon las lecciones que diste  durante tantos años. No aprendieron nada. No asimilaron ni lo más básico... Solo me queda el consuelo de que seguimos en el polo opuesto a Vigo, aunque reconozco que no sé si para bien suyo o nuestro, porque en el caso contrario, sí que habría que certificar la muerte del coruñesismo. ¡Ay, Paco, mi Paquiño!, solo podemos hacer una cosa para que esto vuelva a ser lo que era: cambiar la concesión del pebetero.

LA PÉRDIDA DE LA ESENCIA

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