Las palabras tienen la virtud en ocasiones, por supuesto según el idioma, de la ambigüedad, es decir, de poseer uno o más significados. Existen así frases o dichos patrios, heredad siempre de quienes por esta tierra han pasado, que parecen cobrar fuerza según qué circunstancias. Pongamos por ejemplo el tan conocido “de la ceca a la meca”, que se entiende en este país como “ir de aquí para allá”, que haciendo un ejercicio tan patrio como es el de la oportunidad, es perfectamente aplicable a lo que vivimos, o padecemos. Conociéndonos como nos conocemos, no faltará quien piense que la composición tenga algo que ver con lo inalcanzable, como debía verse en este país, en la década de los 50 del pasado siglo, la constitución de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, el embrión indiscutible de lo que hoy es la Unión Europea, paso previo por la Comunidad Económica Europea para resumir. En plena autarquía, no faltaría seguramente quien entendiese la expresión como la dificultad de acceder a lo que era del todo inaccesible: formar parte, en definitiva, de un interés común representado por seis países europeos (Francia, la entonces Alemania Occidental, Italia, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo), del que España tardaría décadas siquiera en vislumbrar a costa de un inigualable e inagotable ejercicio de adaptación, tanto político como económico. Solventado el abismo político, más de seis décadas después, parece permanecer sin embargo el económico, como si la inabarcable huella del pasado nunca hubiese dejado de existir. Persiste de algún modo, como ese concepto económico al que nos hemos habituado en el último año –la prima de riesgo–, la sensación patria del desaliento, fruto una vez más de la constatación de que el esfuerzo recae siempre en los mismos, o de que aquí seamos tan adeptos al refranero para explicarlo todo –“donde dije dije, digo Diego”– que, al menos, ayuda a comprender lo inexplicable o lo que somos incapaces de entender, y que sigue siendo socorrido recurso para darnos ánimos y asumir que lo que estamos viviendo es lo que los negativistas dirían que nos merecemos y los positivistas que “otra cosa no se puede hacer”. La relajación de la prima de riesgo registrada ayer, así como la subida de la bolsa, indica que son las decisiones comunitarias, en este caso la del Banco Central Europeo, las que “priman” los resultados, más que la gestión política propia. Aunque tal vez, lo primero sea consecuencia de lo segundo..., que no faltará quien lo diga. “Y lo que sería mejor y más acertado (...) fuera el volvernos a nuestro lugar (...) dejándonos de andar de ceca en meca y de zoca en colodra...”, que decía el buen Sancho en el Quijote. Cada cual entienda lo que considere oportuno...