El trigémino del empleo

La neuralgia del nervio trigémino es la más dolorosa e intensa, hasta el punto de que no son pocos los que, en su desesperación, sopesan la posibilidad del suicidio. Se le llama trigémino porque son tres nervios: el que afecta al cuero cabelludo, el que recorre las mejillas y el labio superior, y el tercero, que circula por la mandíbula y el labio inferior. Conocí a un amigo que tenía ataques cada tres o cuatro meses y nunca le escuché una descripción, porque es un dolor indescriptible que, al principio, se suele confundir con un dolor intenso procedente de la dentadura.
En nuestra sociedad, el empleo viene a ser el trigémino de nuestro bienestar. Si hay empleo, el resto de los inconvenientes suelen ser cansancio de pies y catarros. Pero si falta el empleo casi todo se derrumba y nos vemos abocados a la depresión. Es cierto que hay demasiado empleo precario y bastante empleo escasamente remunerado. Muy cierto. Y que debe intentarse alguna corrección para que los contribuyentes no estemos subvencionando las ganancias de esas empresas que despiden y contratan al personal, según sus conveniencias y aprovechando los vericuetos de la reforma laboral. Pero no es menos cierto que mucho peor que el catarro y el cansancio en los pies es que te duela el trigémino, porque si el empleo precario es malo, el paro es muchísimo peor, de la misma forma que una gripe no es buena, pero el cáncer de pulmón no es la mejor alternativa.
Los sindicatos van a presionar al nuevo Gobierno para que retoque la reforma laboral, y es su deber y su cometido. Pero con esta reforma laboral se han venido creando de manera incesante, año tras año, cientos de miles de puestos de trabajo. Cuidado con esas soluciones que parecen fáciles –“esto lo arreglo yo con un par de decretos”– porque pueden dejar sin riego al trigémino. Y sería un dolor muy difícil de aguantar en una sociedad que merece mejores retribuciones, pero no volver a la insoportable neuralgia del paro.

El trigémino del empleo

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