Sin relevo generacional

Coincide la publicación de datos del Instituto Nacional de Estadística sobre la sangría demográfica sin precedentes que sufre nuestro país con las conversaciones ocasionales mantenidas con parejas de jóvenes en la franja de edad de los 30 a los 38 años que desearían ser padres y que las circunstancias económicas se lo impiden. Llevan un tiempo esperando que las circunstancias laborales se lo permitan, pero el tiempo pasa y las condiciones no mejoran. Y ese es el círculo perverso de nuestra juventud en edad de trabajar y tener hijos, que desgraciadamente tienen incluso que emigrar para poder subsistir.
Por un lado, los nacimientos descienden en España por quinto año consecutivo, con especial acento en Galicia, Asturias y Castilla León, tenemos ya la tasa de natalidad mas baja de Europa. Y a la vez perdemos población, el éxodo masivo tanto de inmigrantes residentes en España, como de españoles que buscan una oportunidad fuera de nuestro país. Son ya medio millón de personas que se han ido en el 2013, de las cuales ochenta mil son españoles en su mayoría jóvenes y formados que se ven expulsados por falta de oportunidades.
Los datos son sumamente preocupantes, tanto por el descenso de natalidad como la emigración de nuestra población, y si es desalentador para quienes tienen que marcharse también lo es el creciente envejecimiento y falta de relevo generacional que deja en el aire el futuro de las pensiones. Actualmente ver niños en las parroquias del rural, o en algunos barrios de las ciudades ya no es lo normal, sino la excepcionalidad y para ello es imprescindible adoptar medidas urgentes para empezar a invertir la pirámide poblacional.
Tanto el Gobierno de Rajoy, como los gobiernos autonómicos, con Galicia a la cabeza de la desertización humana, necesitan  presentar un diagnóstico certero y un plan de acción riguroso destinado a la creación de empleo, acceso a la vivienda, acciones de conciliación laboral y reactivación de la economía, que dé seguridad y estabilidad. La precariedad laboral y la falta de recursos para afrontar con dignidad el futuro solo ayudan a la frustración y a una emigración no deseada, que por experiencia sabemos que ha roto en pedazos a miles de familias en el pasado.

Sin relevo generacional

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