Lo que sea para la foto

La gente ya no viaja, va a los sitios. Y cuando la gente va a los sitios no va para verlos, sentirlos o vivirlos, lo hace para sacar fotografías. Nada tiene interés si no es a través del objetivo de una cámara. No se es viajero, se es turista. Y el turista fotografía todo, absolutamente todo: paisajes, puestas de sol, familiares, monumentos, ellos mismos, escaparates, una papelera, baldosas, una farola, un toldo... Nada se escapa a su desmedido afán de inmortalizar lo que se le ponga por delante, sea mueble, inmueble o semoviente. Es capaz de sacar sin pestañear cientos, miles, decenas de miles de fotos -tengan interés o no- cuyo destino principal es ser difundidas por los celulares o a través de las redes sociales. El romántico concepto de viaje se ha esfumado. El viajero, antes investido de aventura, es ya sólo un recuerdo. Ahora sólo se va a los sitios a sacar fotografías.
Los tiempos han cambiado. Tampoco hay revoluciones. La revolución como tal debe tener una causa, una justificación ideológica, un detonante y algún mártir. Pero por lo que parece, ahora simplemente hay algaradas. Causas de confuso ideario, ideólogos de todo a cien y mártires que fichan de doce a ocho. Y un Cojo Manteca como paladín. No hay revoluciones, pero todos los que participan en algún disturbio sueñan con que eso sea el inicio de una. La suya. La nueva Revolución Francesa. El Mayo del 68 aggiornato. En los últimos tiempos se antoja que ha habido más que suficientes razones para que ardiese Troya, pero salvo algún voluntarioso intento, nada más hubo.
El 15M fue un buen intento, pero se esfumó. Ahora pretenden un bulevar como nueva Bastilla. Un clavo ardiendo al que se aferran los aspirantes a revolucionario envalentonados al saberse atendidos por la más eficaz propaganda que vieron los tiempos: la televisión. Adoquines contra adoquines y vecinos arremetiendo contra lo que se considera un dispendio y un capricho de políticos. ¿Será esto como lo de la ya periclitada revuelta de la plaza Taksim? ¿O será acaso el nuevo Motín del Té? Hay quien sueña con que cunda el ejemplo y las masas se levanten. Ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, calle a calle, que la rebeldía se extienda como un reguero de pólvora y se transmita la indignación para que la ciudadanía diga ¡Basta! una vez más... antes de retirarse a sus casas pacíficamente indignados a la hora de la cena. La llama arderá lo que la televisión quiera. Mientras haya algo de lo que tomar imágenes y el asunto aún no esté suficientemente sobado. Después, a otra cosa. Ya no hay revoluciones ni revolucionarios, como tampoco hay viajes ni viajeros. Se ha perdido el romanticismo. Sólo hay poses para la cámara. El drama de la insurrección se representa a las mismas horas en los informativos. Si hay imágenes, claro. O si las de una playa abarrotada en verano o las de una nevada en invierno no despiertan otro interés.

Lo que sea para la foto

Te puede interesar