El año que nos acaba de abandonar me deja en el corazón un agujero del tamaño de un disparo de postas: las preferentes. Es uno de los grandes caballos de batalla de este 2013 que para algunos, los truhanes que se llevaron la pasta de las diferentes entidades bancarias, es ya historia pero que para otros ha supuesto una enorme pesadilla. Con el paso del tiempo, los afectados siguen en la lucha para que este timo tan flagrante toque a su fin. También se han visto obligados a ir dejando por el camino grandes dosis de salud sin que nadie trate de impedir de forma tajante que este 2014 sea el final de esta angustia sin límites. Lo he repetido hasta la saciedad. Y cada vez que lo hago, se me retuercen las tripas ante tan miserable estafa. Pero claro, ¿a quién le importa que a unas personas se les robe su dinero de forma tan descarada? ¿A los que idearon su retiro dorado a cuenta de los demás? Esa gente es inhumana, antisocial y merecedora del mayor de los desprecios. ¿A los políticos? Todo es pantalla. Falta solidaridad. Todos están dispuestos a salir en la foto, pero la mayoría acaban mirando para otro lado. Me dicen que no insista con este tema porque, insinúan, no voy a conseguir que a esos malvados se les remuerda la conciencia y tengan el valor de devolver el dinero a los cerca de 3.000 afectados que todavía quedan en A Coruña sin recuperar ¡su dinero!, y que en Galicia el número alcanzaba en los últimos días del año los 40.000. Una barbaridad. Como otra tremenda tomadura de pelo sería que todos los políticos socialistas que han estado en diferentes consejos de administración de las “cajas” que han vendido este producto vuelvan a representar a este partido político. La situación de las personas que se dejan la vida todas las semanas en sus respectivas manifestaciones y protestas delante de las entidades que las han engañado es calamitosa. Con la venta de NGB a Banesco, banco venezolano, este proceso ha propiciado una desconfianza descomunal. Están hartos de promesas incumplidas y de que las autoridades sigan pasándose la pelota. Y claro, después un rayo incendia el santuario de A Barca en Muxía y sale el presidente de la Xunta Núñez Feijoo diciendo, así lo he entendido, que los desperfectos se arreglarán “cuanto antes” y “cueste lo que cueste”. Con la Iglesia hemos topado. Para eso sí hay interés y dinero.