DILEMA JURÍDICO

¡Menudo conflicto de intereses ha generado la construcción del nuevo puerto en punta Langosteira! ¡Con el dinero topamos, querido Sancho! Hoy mucho más relevante que lo religioso, pese al bueno de Don Quijote. Pero ese nudo de autopistas –al que algunos denominan por su importancia “Rotterdam atlántico”– trae aparejada una singularidad. La estructura del Puerto Exterior ha sido a base de grandes bloques y láminas lisas en contacto permanente contra un mar viril y muy violento. Este tipo de superficie ha hecho posible el desarrollo del ecosistema –especies vegetales y animales que coexisten y se interrelacionan– en ese punto de nuestra costa. Y los resultados han sido espectaculares. No sólo por la proliferación y desarrollo de centollas, nécora y pulpos excelentes, sino por dar unos percebes de gran calidad, exquisito sabor y enorme tamaño.
¿Quién dilucidará el dilema sobrevenido? La disyuntiva encierra una patata caliente que nadie quiere. Porque los mariscadores de las cofradías oficiales dicen que la recogida de estos crustáceos constituyen jurisdicción suya irrenunciable y, por el contrario, la Autoridad Portuaria invoca su derecho dominical al tratarse de una obra ejecutada por ella. ¿A quién corresponden los beneficios de edificar o sembrar en suelo ajeno? El derecho comparado ofrece posturas antagónicas. Unos se inclinan por el propietario del terreno y otros a favor de los “okupas”. La cuestión resulta vidriosa y seguro que tendríamos que acudir a los jurisconsultos romanos encabezados por Ulpiano, a los doctores de Bolonia, a los licenciados por Salamanca o quizás a un lazarillo de Tormes con solución picaresca no exenta de lógica y sentido común recordando que la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo.

DILEMA JURÍDICO

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