Los furtivos son incansables; un día y otro bajan a la ría y recogen el marisco que les da la gana, sin importarles lo más mínimo el tamaño. Así es que han esquilmado los bancos de cría, con lo que los miembros de la cofradía son incapaces de llegar a los cupos legales de capturas. Pero ahora han ido un poco más allá y pueden llegar a crear una situación de verdadero peligro para la salud pública, puesto han extraído marisco cuando la ría está cerrada por la presencia de toxina diarreica. Si el producto llega al mercado habrán incurrido en una responsabilidad gravísima de la que deberán responder.