Adía de hoy, Sócrates todos de una filosofía que ya no es ni sociología sino fanfarria de mercado, vivimos sin idea de nada que no sea nuestro estómago y estomagante ego. No es que carezcamos de moral, es que cada uno tiene la suya. Como también su concepto de libertad y su libertad sin concepto. Los somos todo en cada uno de nosotros y nada en los demás. Y es por esa suficiencia en la insuficiencia que no somos ni dentro ni fuera sino que nada somos de puertas adentro y nada también de puertas a fuera. Pero cómo asimilar tan evidente carencia si nunca como ahora gozamos de un discurso crispado en la defensa de los valores de esta civilización sin civilidad social, solo individual, y en lo estricto, personal e intransferible. La maldad no está, ¡claro que no! en el hecho de buscar ser selectos en lo individual, ejercicio vital para un mejor ser en lo plural, en lo particular y lo colectivo, sino en el buscar interpretar lo social desde una clave estrictamente particular. En estos días de cicuta en que vivimos, a uno le gustaría que al final de nuestra culpa y su severa condena, pudiésemos abrir la boca por última vez para sentenciar como Sócrates: “Critón, le debemos un gallo a Asclepio, págaselo”.Llevado a nuestra realidad política, sonaría: “Feijóo le debemos un gobierno a Sánchez, dáselo para que vea que Podemos, se lo enseñe a los independentistas y lo comparta con Ciudadanos”.