Más de cien felos, la máscara con autoridad en el Entroido de Maceda, impusieron ayer su ley por las aldeas situadas en la Sierra de San Mamede, haciéndose notar con el estruendo de sus chocas y los “esgutíos”, aullido anunciador de su llegada, la cual augura persecuciones y un levantamiento de faldas.
En una de las celebraciones más ancestrales que se conservan en la provincia de Ourense, los felos de Maceda aguantan el paso de los años con el mismo espíritu anárquico de antaño, sin someterse a ningún canon, porque, básicamente, en su esencia está hacer lo que deseen.
En su recorrido no cesan los saltos y, si antes se encargaban de perseguir a los residentes en la zona y agarrarlos del cuello con su bastón para pedirles monedas, en el siglo XXI, con estos personajes de medias muy negras y ruidosos cencerros, todo sigue siendo socarronería y fiesta.
En la antigüedad el cayado les servía de apoyo y protección, dado que pasaban hasta cuatro días, los que duraba el Carnaval oficialmente, sin ir a sus casas, y, ahora, utilizan este instrumento para vacilar a la gente y transmitirles su alegría, y sin tener una agenda maratoniana.
Hay más cuestiones que han cambiado, y una es que si otrora reponían fuerzas con un menú a base de vino con huevos batidos, esto se ha cambiado por bica, melindres, empanada, buenos caldos y licor café, lo que sea para entrar en calor.
Manuel Feal es un hombre que lleva haciendo de felo desde que tiene uso de razón y por ello explica que no se trata de un disfraz, sino de un sentimiento.
El traje da mucho trabajo, y es similar al de los peliqueiros de Laza o los Cigarrones de Verín, aunque con diferencias claras porque los felos llevan medias negras, cinco cencerros (“chocas”) y un bastón, mientras que en Laza y Verín las medias son blancas, las chocas son seis y, en lugar del intimidatorio bastón, emplean una zamarra de cuero para meterse contra aquellos que se cruzan en su camino.
El escritor Federico Cocho sostiene que ni los más viejos se acuerdan de que los felos dejasen de danzar alguna vez.