Lacasa está a gusto en la ciudad. Prueba de ello es que ha vuelto a tocar el violín. Al frente de una formación que no corre peligro, la clave –dice– está en gestionar bien los recursos.
—¿Cómo ve la OSG desde dentro?
—La veo como una institución de primera con un ambiente fantástico y un grupo de profesionales con muchísimas ganas de hacer muchos proyectos. Creo que, resumiendo, es un lujo.
—Supongo que en el conjunto también habrá encontrado carencias, ¿Cuáles son las más apremiantes?
—Más que carencias, estamos en un momento de transición y la clave ahora es sentar las bases para el futuro de una orquesta que cumple 20 años y se ha convertido en una las grandes formaciones de este país. La Sinfónica se ha asentado firmemente en la ciudad a nivel social. Tiene muchos abonados y ahora la idea está en navegar por el mismo camino para seguir haciendo grandes actividades de gran nivel.
“Vamos a hacer proyectos en hospitales, prisiones y con grupos sociales con problemas”
—Coge las riendas de la OSG en un momento delicado.
—Sí, desde el punto de vista económico es un momento muy complicado pero por parte del Ayuntamiento, hay muchas ganas de apoyar a la OSG. Es un proyecto que tiene que adaptarse a las circunstancias pero que, en ningún momento, corre peligro.
—¿Cómo reestructurará la orquesta teniendo en cuento las limitaciones de presupuesto?
—Tenemos que ser muy cautos. Hay que salvaguardar los recursos y ver cómo mejoramos en la difusión de las actividades. Estudiaremos la posibilidad de ampliar algunos departamentos como el educativo. Es muy importante dar con otras fórmulas de difusión y comunicación de los conciertos ya sea por internet o por otros medios. Lo importante es mantener muy claro el pulso de la orquesta durante todos estos años, que es la temporada de abono con conciertos de gran calidad y estudiar en los próximos dos, tres años un buen plan de giras internacionales, que comenzaría en 2013.
—¿Qué aspectos de la formación sufrirán recortes?
—Una orquesta sinfónica tiene que saber cuáles son sus prioridades y estas son los conciertos de abono que son la espina dorsal de toda su actividad y las giras a centros, festivales, ciudades, auditorios de primera para grabar y difundir su actividad, ya sea a través de las nuevas tecnologías o discos. Esto es intocable porque sino una orquesta no puede respirar correctamente. Todo lo demás, los proyectos líricos y escénicos suponen un coste muy elevado aunque sea muy positivo hacerlos. Tenemos que calcular muy bien el presupuesto pero lo que está claro es que la esencia de esta orquesta no va a sufrir ningún tipo de recorte.
—Hablaba nada más llegar de llevar la música a las clases más desfavorecidas.
—Sí, eso es esencial. Las orquestas sinfónicas hoy en día tienen que estar en contacto con la sociedad que les rodea, no solo a través de conciertos y programas didácticos, sino utilizando la música como vehículo de cohesión social y para eso estamos estudiando distintas vías de trabajo. Además desde el Ayuntamiento hay un gran interés en que la orquesta se abra a la sociedad. Vamos a hacer proyectos en hospitales, prisiones y con grupos sociales con problemas. Trabajaremos con gente joven que a lo mejor necesita que le ayuden o que la música le aporte una forma de comunicarse a través de los conciertos o de la participación activa en las actividades didácticas. Acaban de inaugurar el centro Ágora que seguramente posibilite ampliar el campo de acción en este ámbito.
“La OSG tiene que salir del Palacio de la Ópera a través de programas didácticos y música de cámara”
—¿Trabajarán socialmente la música en el nuevo edificio?
—Es posible que se puedan hacer actividades allí de participación. La clave está en permitir a la gente que participe activamente, no solo de una forma pasiva porque una cosa es venir a escuchar un concierto o a que alguien le enseñe el repertorio de ese programa y que lo disfrute más o menos y otra es permitir que los niños participen, que hagan de la música un juego como el fútbol y que sea parte de su quehacer diario. En este sentido, la orquesta de niños, que cosecha éxitos allí a donde va, es un vehículo fantástico y la vamos a utilizar mucho para estas cosas.
—¿Se implicarán socialmente todas las formaciones de la OSG?
—Sí, la orquesta tiene que salir del Palacio de la Ópera en la medida de lo posible a través de los programas didácticos pero también haciendo música de cámara fuera del auditorio, es decir, la orquesta es de la ciudad y por lo tanto tiene que abarcar lo máximo posible. Ya no basta con educar a la gente. La única fórmula con la que podemos conseguir que las nuevas generaciones participen y vengan a los conciertos es mediante el contacto directo con la música y no de una forma pasiva.
—¿Cómo llegarán a la gente pobre y sin recursos?
—Es lo que estamos tratando de estudiar, llegar a gente sin recursos y sin dinero para venir a un concierto o a un ensayo general o que incluso no estén ni escolarizada.
—Obtuvieron el compromiso del Ayuntamiento de mantener idénticas partidas para la OSG que el año pasado. ¿Existe la misma postura desde las administraciones autonómica y central?
—Sí, por ahora todas las administraciones públicas han confirmado el apoyo a la formación. Son muy conscientes de que es una de las joyas culturales no solo de la ciudad, sino de Galicia y no solo quieren mantener el proyecto, sino que quieren que crezca.
—¿Ocurre lo mismo con las entidades privadas?
—Sí, están renovando. Todas están manteniendo el compromiso. En ese sentido, la OSG es un ejemplo al abarcar vías de financiación públicas y privadas. Eso es esencial.
—Entonces, ¿El festival Mozart seguirá como hasta ahora o tendrán que abaratar costes?
—Estamos estudiando fórmulas para reestructurar la programación ahora en primavera. El problema principal es que Caixa Galicia, que era el principal patrocinador del festival, ya no lo puede apoyar. Yo ahora tengo que gestionar el presupuesto con mucha cautela y haremos lo que sea posible hacer.
—¿Se verán mermadas las citas o los recortes afectarán a la calidad de los espectáculos?
—Lo estamos estudiando, lo que está claro es que tal cual estaba planteado no va a ser posible mantenerlo. He aterrizado en enero y no he tenido tiempo para planificarlo en detalle. La idea es seguir ofreciendo a la ciudad conciertos de gran calidad y abarcar el repertorio más amplio posible, es decir, que la oferta cultural no decaiga.