De la niña de azul a la del vestido rojo

De la niña de azul a la del vestido rojo
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Una marea de camisetas negras, la mayoría decoradas con los bigotes de un gato, se ponía a la cola en las puertas del Coliseo. Con botella de calimocho en ristre, la mayoría hacía más grata la espera con un trago. En una cita que se pospuso de las siete a pasadas las ocho, pero que no defraudó. Y es que una serie de grupos capitaneados por Los Suaves comenzaron a desfilar por el escenario confirmando su condición de referentes de la escena nacional. De un estilo, el rock and roll, que fue la base del pastel. Y en una primera edición del festival “Oistes Rock”, al que los amantes del género acudieron sin pensárselo.
Como murciélagos caminando por Lavedra, los espectadores fueron poblando de puntitos oscuros las inmediaciones del pabellón. En el otro vértice de la ciudad, otro tipo de público más dispar se asomaba al Palacio de la Ópera con el objetivo de escuchar el nuevo disco de Sergio Dalma titulado “Cadore 33”. Donde el catalán sigue hablando de amor, pero de otra forma. Distinta a cuando le cantaba a una mujer vestida de rojo, Galilea, que volvió a bailar sobre la pista al final de la noche. Muy diferente al momento en que bailaba en el polo o aseguraba que esa chica tenía propietario.
Y si en el recinto de Alfonso Molina, la parroquia recibía como se merece a Miguel Costas después de saltar con los locales Tregua, el auditorio alimentaba los oídos con nuevos temas como “Hay vidas” o “Eres Oro”. Los espectadores del Coliseo desecharon desde el principio la idea de sentarse. Sobre la pista, le dieron la bienvenida al fundador de Siniestro Total, que le dio paso a una melena con leyenda, apellidada Mercado. Rosendo volvió a tocar la de “Pan de higo” ante un público incondicional que se entregó a la causa aunque no abundasen los clásicos en el repertorio. Mientras, Sergio Dalma alternaba las canciones del último trabajo con los éxitos de “Vía Dalma” como “Jardín prohibido” o “Soy un italiano” para adentrarse en el pasado con un “Solo para ti”, que disfrazó de nuevos arreglos. Esto aumentó más si cabe la sorpresa.
Las emociones fueron en aumento en uno y otro lado. Porque si en El Coliseo, el de Carabanchel presentó en directo el álbum “Vergüenza torera”, el de Sabadell sacó de la chistera un clásico como “Yo no te pido la luna” para continuar repartiendo pildoritas de la talla de “Esa chica es mía” o “Te amo”. Entre tanto, el Coliseo retumbaba ante la aparición de Yosi cuando “las malas noticias” son, en realidad, las mejores. Los Suaves volvían a su segunda casa después de Ourense y a una comunidad de gatos se le erizaba el lomo tan solo con el primer acorde. Con ellos, regresó la niña de azul que le hizo competencia a una mujer vestida de rojo, en punto a las diez. Para acabar con Reincidentes y un repertorio que toca el alma, sobre todo, en los momentos actuales. Sin pelos en la lengua, la banda volvió a “gritar” contra el sistema en una jornada, donde cada uno triunfó en su hábitat y todos se fueron contentos para casa.

De la niña de azul a la del vestido rojo

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