Quesada concentra en “Casa Enrique. Nuestra taberna” las anécdotas de un bar “tolerante”

Quesada concentra en “Casa Enrique. Nuestra taberna” las anécdotas de un bar “tolerante”
El libro de Quesada se presentará hoy a las 20.00 horas en Arenas | quintana

El escritor Emilio Quesada presenta a las 20.00 horas en la librería Arenas “Casa Enrique. Nuestro Taberna”, donde homenajea al local que le hizo crecer intelectualmente porque allí se encontró con varias generaciones de grandes. Cuenta que a los primeros los conoció siendo un chaval, eran los Lugrís, Avilés de Taramancos o los García Patiño. Desde los 50 hasta que cerró en 2006, el periodista fue parte del paisaje de un bar cuyo éxito estaba para el experto en la magia que se despachaba desde la barra y la ubicación, “justo enfrente estaba Castromil, donde está ahora Zara, y le daba mucha vida porque allí esperaban las mandaderas para llevar en carritos los bultos de los viajeros a sus pensiones”. 

El cliente recuerda la segunda quinta de los Mon Vasco, Correa Corredoira, Manuel Rivas o Xoti de Luis, que murieron muy jóvenes: “Solo quedan unos pocos”. 
Quesada no faltó a la lista ni un solo día: “Fue una pena que cerrase porque tenía mucha enjundia y acudían desde los abogados de más prestigio a los más modestos, en un ambiente de libertad y tolerancia”. Porque si algo destaca de ese bar donde se bebía vino y había buen embutido era que “nunca hubo un problema. Cuando había una manifestación política, al retorno paraban allí con las banderas y no pasaba nada”. De todos los años ocupando la barra, se acuerda de Álvaro Cunqueiro fabulando, “hablaba de Simbad el Marino y de Ulises, muy parecido a Urbano Lugrís, que era poeta y prosista también, un hombre muy completo”. 

Con él colaboró para la revista “Villa Gallega”, para la que Emilio escribía y Lugrís dibujaba”. De Urbano guarda muchas anécdotas, de “cuando me contó que acompañó a García Lorca a Santiago y le taparon los ojos. Solo se los destaparon frente a la fachada de la catedral en el Obradoiro. Dijo que quedó extasiado”. De esa visita, surgieron sus poemas gallegos. También le contó una vez que participó en su teatro de títeres haciendo de ogro en una función en Pontevedra donde “lo hizo con una voz tan profunda que los niños salieron espantados en todas direcciones”. En Casa Enrique, Emilio supo de Miguel Hernández y Luís Seoane. Allí comentó libros prohibidos y fue feliz. Hoy hablará de eso junto a Liaño Flores, Francisco Vázquez y José-Ignacio Santaló. l

Quesada concentra en “Casa Enrique. Nuestra taberna” las anécdotas de un bar “tolerante”

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