La calle Barcelona abandona su lado más comercial para tirar de la economía del Agra del Orzán

La calle Barcelona abandona su lado más comercial para tirar de la economía del Agra del Orzán
Algunas panaderías han tenido que clausurar su actividad patricia g. fraga

El reajuste del consumo no ha pasado en balde por ninguna zona de la ciudad pero quizá la calle Barcelona ha sido la que más ha tenido que reinventarse para seguir tirando económicamente del resto de una zona bastante deprimida. Pese a ser uno de los barrios más poblados, el del Agra del Orzán sufre cada vez más cierres de negocios porque estos no llegan a fraguar por la falta de un volumen importante de clientela. Ante este panorama poco queda de la calle Barcelona que era una referencia para realizar compras de textil incluso más allá de las fronteras municipales. Hoy esta arteria del barrio se mantiene gracias a las entidades financieras y locales de hostelería que ocupan los bajos.

Los bancos, las ópticas y farmacias, los bares y algún negocio de alimentación pelean por el futuro de la calle Barcelona con negocios dedicados a la ropa y al calzado salpicando el mapa aquí y allá. La mayoría de los que resisten utilizaban la palabra “outlet” como reclamo para los vecinos y hasta hace unos días se anunciaban varias liquidaciones por cierre.

Al recorrer la calle se pueden encontrar unos 22 locales vacíos, a los que se suman más de una docena al realizar el giro final. Esa última zona nunca terminó de funcionar pero ya vivió tiempos mejores, al igual que una calle que era referencia comercial y ahora propone una oferta de servicios mucho más heterogénea que prácticamente atrae solo a los residentes en el entorno.

El presidente de la Asociación de Comerciantes Agra-Barcelona, José Manuel Castro, huye de los malos augurios a pesar de que sea la calle principal la única que tire de verdad porque en el resto los locales libres se cuentan por decenas.

“Entrepeñas también está muy poblada”, defiende, si bien reconoce que la calle donde está su negocio funciona mucho mejor que las demás. En su opinión lo hace porque “es una calle muy cómoda porque es peatonal”, sobre todo en el “tramo recto porque después del cruce con Villa de Negreira es otro mundo”.

Del cambio en el tipo de empresas comenta que se han abierto “negocios más adecuados a los tiempos que corren”. Se refiere a los de ropa barata, pero lo cierto es que los establecimientos de servicios resultan básicos y ocupan gran parte del “95% de los locales” que están ocupados.

un barrio "deteriorado"
“Se mantiene la calle Barcelona y tampoco está muy boyante porque el comercio es complicado en esta zona; hace muchos años que todo empezó a deteriorarse y sigue haciéndolo”, reflexiona el presidente de la Asociación de Comerciantes de As Conchiñas, Rafael Granados, que pronto dejará el cargo porque la crisis se sumó a la jubilación para decidir echar el cierre de su negocio.

Granados asegura que “no se le ha dedicado la atención que merece al barrio” y si el consumo está mal, ante la falta de nuevos vecinos y con un público objetivo muy “envejecido”, se consume menos. “La gente mayor no necesita tantas cosas como los jóvenes y estos compran en las grandes áreas; son tiempos muy complicados”, cuenta, aclarando de alguna forma el por qué de los cierres y los bajos vacíos. La falta de aparcamiento tampoco ayuda. “El barrio necesita ayuda y mientras las administraciones no se den cuenta seguiremos cayendo”, advierte.

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