El COAG reinvindica que lo común hace ciudades

El COAG reinvindica que lo común hace ciudades
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Con una reivindicación de lo común, la delegación coruñesa del COAG (Colexio de Arquitectos de Galicia) celebraba ayer el Día Mundial de la Arquitectura. Su presidente, Carlos Pita, eligió el barrio de Pescadería para llamar la atención sobre lugares que forman parte de la memoria colectiva. Desde que uno era pequeño y entraba de la mano de su madre a los sitios y ya de mayor cuando sus letreros afloran recuerdos y todo parece siempre más pequeño. Menos alto.
El responsable y miembros del colectivo trazaron un recorrido por trece de ellos, que tuvo como punto de partida la Cocina Económica. Allí, su presidente Alberto Martí recibía una jarra customizada por el artista Jorge Cabezas como agradecimiento al esfuerzo de la institución. Sin embargo, no fue el único obsequio que salió del bolsillo de la cazadora de Pita.
El arquitecto fue repartiendo tazas de vino con el sello del artista coruñés en cada parada del viaje. Para simbolizar con algo tan popular como una “cunca” la importancia de que esos sitios siguieran abiertos. Desde La Flor del Jamón al Bar Sanín, donde el productor José Luis Ducid intervino, pasando por la librería Colón, valorando la intención de llevar la magia del local de la calle Real a un nuevo punto en Los Olmos, el colegio destacó la supervivencia de los locales como la razón de que la ciudad tenga el título de “compacta”.

reconocible
Explicaba Pita que en Pescadería todavía se puede ir de compras, tomar una taza y subir a casa o a la oficina. Lejos de un modelo que concentra los centros de ocio en las afueras de la urbe, en vez de fusionarlos con la vida de los barrios, el que proponía ayer el especialista es reconocible por los ciudadanos aunque pasen los años.
Para ello, Pita recordaba las recientes declaraciones de Miquel Barceló en las que aseguraba que cada vez que volvía a Mali lo encontraba igual que hacía tres años mientras que a Barcelona no la reconocía.
Así es que el hecho de que Hildita continúe preparando sus famosas pastas, que en La Crisálida sigan despachando desde su mostrador con vistas al asfalto de San Andrés o que Casa Cuenca desprenda un olor a entrañable permite que en A Coruña lo cotidiano todavía dibuje su pequeña historia. La que tiene como banda sonora un disco de Portobello y en la que suena un murmullo. El del bar A Cunquiña, que ayer fue la meta volante del recorrido. Allí, el urbanista Alfonso Díaz ofrecía una charla.
En definitiva, la actividad trató de impulsar la razón por encima de cualquier interés inmobiliario que nada le aporta a la población. Pasó por aupar los escenarios comunes a todos de Pescadería como “ese escenario da vida coruñesa que constitúe por si só un interesantísimo exemplo de como facer cidade”, decía Pita. De poner la cabeza antes que el ladrillo y las ganas de seguir especulando en el espacio. Robando los DNI de ciudades huérfanas.

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