Cuatro rapiñas nocturnas en la ciudad

Cuatro rapiñas nocturnas en la ciudad
Santiago Vázquez, Carla Soaje y Daniel Monteagudo hablaron de la necesidad de conservar estas aves

Son siete las aves rapiñas nocturnas que sobrevuelan Galicia. La mayoría en distancias cortas, eso sí, una característica que puede jugar en su contra cuando alguien borra del mapa una casa en ruinas y se quedan desnudas. Al aire. Cuenta el experto Daniel Monteagudo que aunque su salvación está a pocos kilómetros, los eucaliptales o las carreteras suponen la muerte para algunas como los mochuelos.

El miembro del grupo Hábitat presentó ayer junto con Carla Soaje y Santiago Vázquez “Proxecto Noucho”, en el que divulgarán la existencia del búho real y del chico, de la lechuza campestre y la común, del cárabo, el autillo y el mochuelo, que es la familia de rapiñas nocturnas que pasa rasa o cría en la comunidad. La iniciativa parte de su fragilidad en el sistema.

Todas están protegidas y, en concreto, una, el mochuelo corre mucho peligro. En A Coruña, Dani asegura que se ha visto una pareja en el campus de Elviña cuando antes “había en varios sitios”. Necesitan un suelo que combine huerta y algo de bosque, “pero son muy sensibles a las sustancias químicas”. Así que pese a que criaban en campos, la plantación de eucaliptos ha propiciado su casi desaparición: “Se quedaron sin hábitat”. Y es que no superan los cambios. De ahí la importancia de concienciar a la gente. De sacarles de la cabeza las leyendas que los rodean: “Hay muchos que todavía las exterminan por eso del mal fario”.

Además de hablar de ellas, también actuarán: “Vamos a instalar cajas nido y acudiremos a las granjas para tratar de convencer de que disminuyan la cantidad de pesticidas y raticidas”. Precisamente, no existe mejor asesino de roedores que la segunda ave que reside en la ciudad. Comenta el experto que la lechuza común es capaz de cenarse tres o cuatro al día: “Una familia puede acabar con una docena de ellos”, con el plus de que suelen atacar a los que están próximos a las casas. Ellas son a los ratones lo que los mochuelos a los topillos y su importancia va más allá de su belleza, que es mucha porque además de sus grandes ojos y sus plumas acolchadas, la presencia de estas aves es fundamental para tener una cadena equilibrada.


La tercera inquilina es el cárabo, que “no es tan sensible” y opta por suelos más boscosos como Feáns: “Es de los sitios mejores que tiene A Coruña”. En este sentido, dice que las rehabilitaciones del terreno hay que estudiarlas con lupa para no dañar al ecosistema animal. Y si la lechuza común ama las planicies pero con setos y huecos donde refugiarse –“en Feáns están en los transformadores de luz”–, la campestre solo se ve de paso y un día, “a lo sumo dos”. En su ruta no se olvida de la Torre y le hace una visita fugaz antes de seguir hacia “Castilla, lo más seguro”. La asociación dispone de un formulario para recoger los avistamientos de estos ejemplares para ser un equipo entre todos.

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