“Vivo por todo el mundo, pero cuando vuelvo a esta ciudad, vuelvo a casa”

“Vivo por todo el mundo, pero cuando vuelvo a esta ciudad, vuelvo a casa”
QUINTANA. ENTREVISTA A DIRECTOR DE ORQUESTA

A sus 88 años, a Alberto Zedda le brillan los ojos cuando recuerda cómo los músicos de la Joven eligieron el más difícil de las repertorios para sacarle punta junto a él. Después de dos días de ensayos, asegura que el grupo de 76 instrumentistas “es mucho mejor que el de años pasados” y que esto no es otra cosa que el efecto de tener “una orquesta de primera”, que escuchan y de la que toman recortes para crecer y un programa educativo, “donde reciben enseñanza directa de los profesionales que vienen de la OSG”. 
Para la ocasión, el director de la Academia Rossiniana de Pésaro cogerá la batuta y llevará a los pupilos por la primera sinfonía de Anton Bruckner, “que contiene una novedad de discurso”, algo que para Zedda se consigue casi siempre al final del camino cuando los compositores han sumado cientos de experiencias. Sin embargo, a Bruckner no le hizo falta, cuenta, y “presenta en la obra algo verdaderamente nuevo”. 
Por eso, al maestro le lleva a las últimas melodías de Beethoven, a sus últimos sonetos: “Su visión es superior”. Viene del órgano y era muy creyente, postula como posibles causas del virtuosismo: “Es muy simple, pero mira muy alto, muy espiritual”. El veterano cuenta que la ingenuidad del autor es como la de un niño que trata un problema que le queda grande con limpieza y sinceridad y junto a él, el conjunto prepara también la “Obertura trágica”, de Johannes Brahms, y el “Concierto para flauta y orquesta”, de Carl Niesen, con Silvia Rozas como solista. 
El resultado se podrá escuchar el domingo, a las 20.00 horas, en el Palacio de la Ópera. Después se irán a Ferrol y Vilagarcía con una lección en el bolsillo que “es más cercana a la filosofía que a la música”. Zedda dice que les lleva a un discurso muy importante: “Lo que me interesa es que se den cuenta de que la música puede ahondar campos del espíritu y crear preguntas”, que no tienen porqué venir con respuestas: “Un director de mi edad puede hablar de una manera menos musical, más humana y educativa”. 
En este sentido, su papel es el de abrir puertas, algo que lleva haciendo toda la vida. En A Coruña, no se esperaba tanto: “Tienen una gran resistencia porque yo repito y repito...”. 
Entre medias, trata de convencer de que hay algo misteriosamente grande en lo musical. Que la música no solo se toca, también se comprende y que uno puede hacerlo bien y hacerlo con amor, convencido. Las notas resuelven problemas: “Te dejan intuir cosas a las que la razón no llega”. Es una cuestión de amor “te da si tú le das”. En este aspecto, cree que haberla descubierto tarde le permitió conectar antes: “Fue una elección libre”. Aún ahora, confiesa que descubre músicas nuevas. Ellas le ponen banda sonora a su periplo en el que “vivo por todo el mundo, pero cuando vuelvo a esta ciudad, vuelvo a casa”.

“Vivo por todo el mundo, pero cuando vuelvo a esta ciudad, vuelvo a casa”

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