instituto eusebio da guarda desde 1890
Hasta hace bien poco, la mayoría de los alumnos del colegio que se construyó con los fondos de un filántropo en la plaza de Pontevedra, estudiaban en el femenino. Hoy, además de ser el instituto más emblemático del centro de la ciudad, el Eusebio da Guarda ha recibido el reconocimiento que merece su patrimonio. Por eso la Xunta decidió que se adhiriese a la red de institutos históricos de Galicia elevó no sólo al centro sino también a la ciudad. A Coruña es la única de toda al comunidd que cuenta con dos inmuebles dentro del Mupega también está el Salvador de Madariaga, antiguo Masculino. La distinción se nota en las palabras de su directora, Isabel Ruso, que rebosa orgullo.
Reportaje de marino pérez
Desde 1890 el colegio de la plaza de Pontevedra ha visto correr por sus pasillos a muchas generaciones de coruñeses.
Pero pocos han salido de sus aulas siendo conscientes de que estudiaban en uno de los museos más importantes de la ciudad, sobre todo si en la clasificación se atiende al valor de las piezas que atesora como criterio.Aún hoy, una radio fabricada en Chicago en los años 30 recibe a los alumnos que pasan por la segunda planta donde está el despacho de la directora, Isabel Ruso. Un recuerdo de una época en que en Estados Unidos triunfaba la Ley Seca y los mafiosos se tiroteaban, Thompson en mano, en las calles. Un momento histórico que precedió al gran acontecimiento de la primera mitad del siglo, la Segunda Guerra Mundial. Precisamente en Alemania, donde nació el conflicto, pero 20 años antes de que se originase, se trazaron los mapas que oculta uno de los armarios del colegio.
Son en total 47, que llegan también de Francia o Austria, desde principios hasta 1940. Precisamente estos son algunos de los documentos que el instituto deberá aportar a la próxima exposición itinerante que organice el Mupega. Los hay dibujados en papel y también en relieve, en escayola.
Pero el arsenal de material didáctico antiguo no se termina ahí. En las vitrinas se pueden encontrar básculas de 1900 o polímeros, que un día, quien sabe, pudo haber empleado en clase cualquiera de los personajes ilustres que han figurado entre los estudiantes del Eusebio.
Disecados > La atención de los niños la capta la colección de animales disecados expuestos y debidamente rotulados ubicada a pocos metros de la entrada. Entre cánidos, reptiles, aves e insectos hay más de 60 piezas que permanecen estáticas desde principios del siglo XX. En la planta baja del edificio, el busto de Don Eusebio hace compañía al de Modesta Goicouría. Lo que pocos saben es que las estatuas fueron encargadas a Rafaello Romanelli, un escultor florentino nacido en 1856 e hijo de Pasquale Romanelli cuya firma aparece en efigies del mismísimo zar Alejandro II. Además de las caras, también hay cuadros de ambos personajes.
La biblioteca no queda fuera de esta serie de interminable de elementos con historia. Los volúmenes decimonónicos de Física y Química son sólo una parte de una enorme colección que completa a otros instrumentos empleados en la educación de los actuales estudiantes. Un antiquísimo planetario realizado en bronce, un proyector de cine sonoro o un cuidado telégrafo pueden servir para explicar a los más jóvenes cómo se comunicaba la gente antes de que se inventase el teléfono móvil. De hecho, ruso recalca que estas posesiones son irremplazables: Es un lujo poder explicarle a un niño como funciona, por ejemplo una calculadora de principios de siglo con manivela y que él pueda verla.
Edificio > Pero sin duda el mayor de los valores a conservar es el continente, no el contenido. En el edificio antiguo, cada día cientos de jóvenes pueden apoyarse en una balaustrada de mármol de Carrara o admirar los frescos del salón de actos, complementados con pequeños motivos vegetales de la pared. En los últimos años, se desató además una polémica por la propiedad de los expedientes de exalumnos ilustres del Eusebio, que en la actualidad descansan en el salvador de Madariaga. Ocurrió que cuando se separaron los dos centros dividiéndose en masculino y femenino, los documentos de genios de la talla de Pablo Picasso o Torrente Ballester, que en su día pasaron por la aulas de la plaza de Pontevedra, se cedieron al centro ubicado en Riazor. A pesar de que en algún momento el Eusebio alzó la voz para recordar que los documentos era, en origen, suyos, hoy mantiene una buena relación con el colegio al que durante la escisión enviaron a los hombres.
La idea del Mupega es custodiar este patrimonio. A partir de la adhesión a la red, el instituto tiene la mayor parte del trabajo. Les corresponderá en los próximos años elaborar registros en forma de bases de datos de sus bienes y ponerlos a disposición de las distintas exposiciones que pudieran reclamarlos.
Mientras, el centro espera que comiencen las obras.