Pecado (casi) mortal

Pecado (casi) mortal
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¿Imagina que un día, al despertar, te enteras de que te ha tocado la lotería? Te cambia la vida, ¿verdad? Al Cerceda, frente al Villalbés, le pasó todo lo contrario. Su ‘lotería’ fue una expulsión antes del minuto 20. Adrián Peque dejó a su equipo en inferioridad durante casi todo el partido. Fue un pecado (casi) mortal pese a que sus compañeros disfrutaron de ocasiones para ganar. Eso sí, el Cerceda sufrió de lo lindo y tampoco sería descabellado que los tres puntos se esfumasen de O Roxo. Al final, como al principio, 0-0.
Con igualdad numérica se manifestó igualdad en el campo. El Villalbés no tardó en revelar su idea defensiva: el Cerceda no podría iniciar sus ataques con comodidad. Y no fueron pocas las situaciones en las que los futbolistas más avanzados del equipo visitante obligaron a los centrales locales a jugar con el portero y, éste, directo. Gilsanz trató de evitar el juego combinativo del rival y le invitó a una propuesta menos elaborada.
La primera gran ocasión (fue doble) se originó tras un córner botado por Justino desde el perfil derecho del ataque del Villalbés. El balón aterrizó en el segundo palo y la pasividad del Cerceda obligó a Rumbo a intervenir con dos despejes de mérito.
Adelantar las líneas de presión para dificultar la salida de balón del Cerceda obliga a que todo el equipo acompañe. De lo contrario, habría espacios entre esas líneas. Herbert se encontró más solo que la una en el minuto 14: controló a 30 metros de la portería, orientó, se lo pensó bien y disparó. Fue un remate violento, raso, que Viuski solo pudo despejar dejando el cuero muerto en el área pequeña.
No se había llegado ni al ecuador del primer acto cuando se originó la acción clave del partido. Rubén Pardo, en su primer partido como titular, ganó la espalda a Adrián Peque, pareja de Angeriz. No solo se despistó en la vigilancia sino que agarró al punta del Villalbés cuando se acercaba al borde del área. Álvarez Calderón no lo dudó: falta y expulsión. El Cerceda se quedaba con diez para más de 70 minutos.
El primer impulso de reajuste de Lemos fue mover a Agulló al hueco que había dejado Peque, aunque no tardó en hacer el primer cambio. Retiró a Dani (delantero centro) para dar entrada a Pablo Rubio (jugó de central). Agulló volvió a su sitio y en el 1-4-4-1 Cano fue el delantero.
Sumido en un caos organizativo, el Cerceda pedía a gritos el descanso en unos últimos minutos del primer tiempo en los que el Villalbés tenía el partido controlado a su antojo, aunque sin excesiva sensación de peligro.
De pedir la hora a comerse el campo. El Cerceda, con uno menos, acorraló literalmente al Villalbés en los primeros cinco minutos del segundo período. Martín tuvo el gol desde el área pequeña, cayéndose. En el córner posterior, el balón se paseó por la zona de remate. Granada, desde la frontal, eligió mal queriendo colocar cuando debía fusilar. El empuje local no duró más de diez minutos, los que tardó el Villalbés en hacerse de nuevo con el timón.
A falta de media hora, Juan se lesionó y Angeriz fue el lateral izquierdo. Acabaría echando una mano por ahí Herbert. Lo del Cerceda era agobiante hasta para el espectador. Martín también tuvo que salir con problemas físicos. Saltó al campo Uxío. De morir, hacerlo de pie. Pese a estar con uno menos, Lemos acabó jugando con dos puntas. Pudo pagarlo. Rumbo salvó al Cerceda en el 85. Desvió a córner un remate de chilena. ¿Firmarían los de Lemos el 0-0 en ese momento? Sí.
El campo estaba inclinado hacia el marco de Rumbo pero, como si fuese una aparición divina, Cano carretó y carretó hasta que lo pararon al borde del área. Tuvo el 1-0 con esa falta (min.90). Pero hubo más. En el 93, el Cerceda trenzó su mejor jugada iniciándola desde la izquierda y acabándola con un centro de Peloto desde la derecha. Uxío, en buena posición, cabeceó a las manos de Viuski. Y el partido murió.

Pecado (casi) mortal

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