El accidente del Alvia es aún un recuerdo permanente entre los vecinos de Angrois

El accidente del Alvia es  aún un recuerdo permanente entre los vecinos de Angrois
GRA305. SANTIAGO DE COMPOSTELA, 23/07/2015.- Diversos objetos en recuerdo y homenaje de las víctimas cuelgan de la valla en el paso elevado sobre la curva de A Grandeira, en el barrio compostelano de Angrois, que dos años después mant

Dos años después, el pequeño barrio compostelano de Angrois, una diminuta población que ocupó portadas de prensa en todo el mundo, mantiene abiertas las heridas que desencadenó el descarrilamiento del Alvia y ello hace inevitable que los recuerdos, las lágrimas y el dolor se revivan.
Los múltiples reconocimientos a la valentía demostrada por el “ejército de voluntarios” que el 24 de julio de 2013 se echó a las vías del tren para rescatar a las víctimas del accidente ferroviario no consuela a unos ciudadanos incapaces de dejar atrás esa luctuosa jornada que precedió a la habitual celebración del Día de Galicia.
Los habitantes de esta zona, situada en las afueras de la capital gallega, todavía se sobresaltan cuando un convoy aparentemente circula más rápido de lo normal o si el sonido de los vagones al pasar parece más fuerte.
Es el caso de Andrés Moure, un hombre que aquella fatídica tarde noche de hace dos años hubiese preferido no estar allí, ya que esas estampas que queman la retina vuelven de vez en cuando a su mente.
Él, al igual que otros vecinos que se prestaron a hacer declaraciones, vio ese accidente y escuchó el topetazo, un estruendo que sorprendió al pueblo, por su crudeza y decibelios.
Bajó a ayudar sin pensar: “Cuando yo llegué no había casi nadie, pero bajas sin pensar, porque si piensas... las cosas no se hacen”, sostiene.
Veinticuatro meses más tarde, rememora la cantidad de cables que los otros moradores de Angrois y él tuvieron que atravesar, sin reparar en ello, aunque en este momento presente, sin actuar en caliente.
“Si llega a ser ahora no sé si bajaría, porque ver a la gente así, en trozos... no estamos acostumbrados... para una persona como nosotros, de la aldea, es duro”.
“Sí bajaría...”, se corrige acto seguido, dando vueltas a la cabeza, pero explica que todo fue durísimo, incluso para los servicios de emergencias profesionales.
Maruja Rico, una mujer que desde el propio huerto de su casa puede contemplar las vías del tren, tiene grabada la fecha del 24 de julio como “algo terrible” y asegura con rotundidad que nadie que no haya estado allí ese funesto día “se puede imaginar lo que pasó”.
Más allá de las imágenes que llenaron informativos y periódicos, dice, nadie es consciente de lo experimentado. “Los niños llorando, la gente llamándote...”, describe, y solloza amargamente. No puede evitarlo.

El accidente del Alvia es aún un recuerdo permanente entre los vecinos de Angrois

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